Si el juego se llama beisbol y se apellida pitcheo es por hombres como Roberto Metralleta Ramírez, quien por más de 20 años dio nombre y brillo al deporte. El emblemático serpentinero de los Diablos Rojos del México subirá al montículo del Foro Sol una vez más para lanzar la primera bola de la temporada, pues él ya decidió poner fin a su carrera profesional.
Ramírez Sánchez, uno de los últimos sobrevivientes de la extinta Academia Pastejé, pone fin a una carrera de 24 temporadas sobre los diamantes de la Liga Mexicana, en los que consiguió 178 triunfos y firmó lo que es hasta el momento el mejor porcentaje de partidos ganados con .664.
“Me siento bien, me siento pleno y creo que es como quiero retirarme”, señaló Metralleta quien toda su carrera vistió la franela de los Diablos Rojos del México.
“El juego ha sido bueno conmigo y yo me he entregado plenamente al beisbol”, externó el zurdo.
Una de las cualidades que tanto compañeros y rivales más destacan de Roberto Martínez, fue la forma en la que pudo lanzar por tantos años en una plaza como la ciudad de México que tiene la complicación de la altura que hace que la pelota vuele más y cualquier batazo se convierta en hit.
Las aptitudes de Ramírez lo llevaron a jugar en Grandes Ligas en 1998 cuando vistió el uniforme de los Padres de San Diego. Aunque sólo estuvo dos campañas en el mejor beisbol del mundo, Martínez pudo nulificar al bombardero Barry Bonds, quien en su mejor época se fue de 0-4, ante los envíos del mexicano.
Metralleta también jugó para los Rockies de Colorado
“La oportunidad de lanzar en Grandes Ligas es uno de mis más grandes logros. Pero los campeonatos con Diablos no se puede dejar atrás”, comentó el pelotero.
El paso de Roberto sobre los diamantes, también lo llevó a representar a México en campeonatos como el Clásico Mundial.
La última victoria de Ramírez fue el 5 de junio de 2013 cuando maniató a los Rojos del Águila de Veracruz, mientras que su último encuentro fue el 31 de julio.
Se espera que el número 25 que utilizó Ramírez, sea retirado de la novena capitalina, tal como sucedió con los peloteros que más lustre brindaron a los Pingos.