Por: Daniel Guerrero
Hoy, la cumbia villera y el reggaetón no se escuchan más en el vestidor. De hecho, podría jurar que el vestidor como tal, no existe en esos complejos deportivos. Ahora, antes de calentar, acompañan las inspiradoras y motivantes temas de Los Tigres del Norte y algunas bandas que dedican versos a los paisanos que buscan oportunidad en los Estados Unidos. Ahí son incluidos ellos también, los futbolistas profesionales.
Destacar en este negocio y mantenerse no es cosa fácil. Cuantificar los que están buscando la posibilidad de llegar a fuerzas básicas y debutar es imposible. El cuello de botella que se creó desde que el futbol profesional, visto desde lo superficial, es lindo y atractivo, se vuelve incalculable. Son muchos los que día a día recorren un par de horas diarias en camión para ir a entrenar con la tercera división, llegan a casa y en Fox Sports está un reportaje sobre la nueva colección de coches deportivos que recién adquirió Cristiano Ronaldo por salir campeón de goleo.
No, casi nunca fue algo personal, créeme. La decisión seguramente se ha de haber tomado en el lobby del hotel en el último partido del torneo anterior. No entrabas en planes para la siguiente temporada, tenían que buscarte acomodo y no dejarte a la deriva.
Son decisiones duras, si, naturalmente, pero que llevan una sana intención y también, me parece, un poco de instinto de supervivencia ante la encarnizada lucha por mantenerse con buenos dividendos en la dirección técnica. La vida y el juego son así, no hay mucho que explicar.
Nunca pasó por un tema de juego. ¿Qué es jugar bien? ¿Qué es jugar futbol? ¿Cómo se debe de jugar al futbol? ¿Por qué si un jugador estuvo 8 años en un buen nivel competitivo, de la noche a la mañana no entraría en planes?
No fuiste mal jugador, lo hacías bien. Serviste al equipo. En más de una ocasión colaboraste para cumplir la idea de juego que un entrenador desde hace varios años concibe en su cabeza, y que, al igual que muchas cosas de la vida, no es mejor ni peor, solo es. Bendito juego.
Del entrenador, bueno, pues te puedo decir que conozco tres tipos de ellos, aunque es probable que existan más. Están los que irremediablemente pretenden que se cumpla la idea de juego, aunque no den las características de los muchachos, los que son más flexibles y permiten libertad de decisión en el rectángulo, y también los que te dan total libertad para que el equipo juegue como le plazca y se sienta mejor, solo hay ciertas referencias tácticas y listo, disfruten el momento. Debo admitir que los últimos dos perfiles, son los que más me gustan y con los que he disfrutado más mi etapa profesional.
¿Los errores? Los errores muy probablemente te forjaron. Hoy, en la hora de comida después de avanzar en la construcción de una nueva casa para “x” familia gringa y al ver a varios compañeros alrededor orando por los alimentos, te vuelve a la mente esos días en que por ahí te revelaste en una práctica, en que optaste por una sesión para no entrenar y pasar en terapia con el teléfono, y que, también, cuando tocaba jugar lo dejabas todo en la cancha y morías con la idea del entrenador, que lo querías y a tu forma lo demostrabas.
Decía Mariano Manzanel en su libro REVANCHA: “Mientras los observaba (El Polaco, protagonista de la novela), pensó que, a lo largo de los años habían compartido vestuario, viajes, partidos y las mismas ilusiones. Pero por sobre todas las cosas, siempre habían entrenado con los mismos objetivos por cumplir. El Polaco pensó en el significado amplio de la palabra <objetivos>. Casi en automático, la repitió un par de veces. ¿Acaso él tenía objetivos? ¿Se había preguntado alguna vez a donde quería llegar?”.
Hoy son pocos los que están. Las mujeres se fueron y quedó una sola, la que se fijó en ti cuando jugabas y te quiere más ahora que estás en el gabacho que cuando salías y te pedían una foto. Los amigos desaparecieron y comprobaste que no lo eran, que lo que buscaban era la selfie y la presunción en redes sociales de tu nombre y actualidad deportiva, decir que eran íntimos tuyos. En el fútbol, casualmente tiene más amigos el que es titular y con trayectoria, que el canterano que acaban de subir de reservas al primer equipo. Algo no me cuadra aquí.
A los preparadores físicos se les debe más de lo que se les hace caras los lunes por la sesión de fuerza que te ponen. Se encargaron de formarte un físico que a un tipo común y corriente promedio le costaría más trabajo adquirir, y aparte pagando Gym y suplementos de su bolso. Ese físico, que a más de una chica la hizo sorprenderte con un detalle en el vestidor mientras los compañeros te hacían bulla.
¿Acaso nos hemos preguntado quienes serían nuestros amigos sin el escudo de un club en el pecho y viajando en camión urbano?
Una etapa linda pasó, sí, y hoy toca mantenerse activo en las famosas talachas. Hay que combinar el trabajo con el juego y seguir disfrutando los pequeños placeres de la vida; los amigos, las frases irónicas, los consejos, las anécdotas, los conatos de bronca donde solo se empujan pero nunca se sueltan un golpe, los festejos, el aroma a la pomada fría, desenrollar las vendas mientras el DT camina dando vueltas y agarra a todo el que pasa sobre él para dar una instrucción táctica (él también se refleja en los de primera), y la incertidumbre de pensamiento para ejecutar lo aprendido, en la siguiente jugada. Son esos placeres para los que no necesitas un estadio boutique con cupo de 70 mil espectadores, que, por cierto, hoy no saben de tu paradero deportivo, solo buscaban distracción a una vida no tan divertida para descargar el stress de la semana insultando y provocando desde la grada y con la protección de lo viral y polémico que se puede hacer un video si el futbolista subiera a la tribuna a reclamarle sus insultos, además de que en tv le darían 2 horas de espacio a un psicólogo que hablaría sobre la falta de control en las emociones.
Despreocúpate. No pasó por un tema de calidad futbolística, y si así fuera, tenemos que volver a la base del juego y entender que la táctica es interpretativa; que cada quién tiene su percepción y que jugadores destacaron más bajo un cuerpo técnico que en otro, y de hecho, de ahí me parece que surge la famosa frase “mi papá en el fútbol fue ___, inserta aquí el DT que más te acercó a un nivel alto de juego”.
Despreocúpate. Hoy te das cuenta los que están por la persona y no por el entorno que te rodeaba. Hoy la marca que te regala un par de tachones no busca vender más productos, lo hace por aprecio y agradecimiento. Puedes disfrutar de una buena fiesta con cerveza al ganar un partido sin tener que regenerar mañana o viajar el lunes por que toca jugar Copa a media semana. Festeja por salir campeón en Chicago, en Dallas, que se yo.
Desde chico la peleaste, la sufriste y también la disfrutaste cuanto se pudo. No te tomes nada personal porque esa es la máxima regla en el futbol profesional. Dejaste la casa desde muy joven, sacrificaste muchas cosas y tuviste una vida totalmente distinta a los que hoy tiran “hate” en redes sociales cuando pierde su equipo 2-0 como visitantes en la jornada 4.
Viene una etapa de reflexión. Quizá, también pienses en dirigir. No es mala la idea, y también, es una buena oportunidad para demostrarle a la vida y al juego, que, aunque no terminó tu carrera como soñaste hacerlo, puedes retribuirle desde la dirección técnica y formación de jugadores, pero, sobre todo, de personas, que eres más capaz de lo que muchos subestimaron. Lo que pasó, es que la lista final tenía que quedar de 27 y no de 30. Tres tenían que salir del equipo. Es así, no hay más, mi hermano.
Con aprecio y admiración, para todos los futbolistas que no encontraron cabida en un equipo y partieron a trabajar y jugar en Estados Unidos.
Daniel Guerrero | @dga_futbol