El regreso a los entrenamientos de Correcaminos debería haber sido una oportunidad y un impulso por el título de Liga Premier para los jugadores. Una oportunidad para consolidar el trabajo, fortalecer la identidad del club y reconocer el esfuerzo de quienes sudaron la camiseta en canchas donde no hay reflectores, pero sí pasión genuina.

Pero lo que hemos visto en el primer día es exactamente lo contrario: señales confusas, decisiones cuestionables y, sobre todo, un desprecio silencioso hacia los verdaderos campeones.

La salida repentina de Miguel Zapata —uno de los goleadores del equipo— es una falta de respeto no solo hacia él, sino hacia la afición. Se fue por la puerta de atrás, sin un comunicado oficial, sin una explicación. Un club serio no puede seguir manejando sus relaciones públicas como si fueran un grupo de WhatsApp.

Si alguien dio resultados en la cancha, merece al menos un cierre digno ¿cuántos nueves tenemos en México para desperdiciar uno de tu cantera?

Luego está el caso de Gabriel Sánchez, un jugador de Tlaxcala con año y medio sin actividad profesional que ahora entrena con el primer equipo. ¿Y los muchachos de Premier? ¿No merecían ellos esa oportunidad? ¿Qué mensaje les están dando a esos jóvenes que se mataron toda la temporada por subir?

Al parecer, da lo mismo quedarse en casa o estar inactivo, porque al final lo que importa no es el rendimiento, sino los “contactos”.
Y si eso no fuera suficiente, se empieza a hablar de una posible sinergia con Rayados de Monterrey. ¿Qué se espera recibir de allá? ¿Promesas? ¿Jugadores castigados? ¿Algún talento perdido en sus filiales?

Porque que no nos engañen: Rayados no es precisamente la fábrica de oro del fútbol mexicano, y mucho menos va a mandar a sus joyas al norte de Tamaulipas.

El regreso del “Soldado” Fernando García parece más un acto nostálgico que una apuesta deportiva. Con todo respeto por su trayectoria, ¿realmente alguien cree que un jugador que ya estaba retirado —y jugando en el barrio— debe ocupar un lugar que otro chavo se ha ganado a pulso en Premier?
¿Cuándo premiamos el sacrificio con una banca tibia y la ilusión con la indiferencia?

Correcaminos parece estar enviando un mensaje equivocado a sus fuerzas básicas: no importa si eres campeón, no importa si te la rifas todo el torneo, otros con menos méritos pueden pasar primero. Y eso, a la larga, es el mayor daño que se le puede hacer al proyecto deportivo. Porque sin meritocracia, sin transparencia y sin visión, no hay futuro que aguante.

Mientras el rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, MVZ Dámaso Anaya aseguró que brindaría oportunidades, la directiva y cuerpo técnico parece que hacen caso omiso al proyecto y compromiso que ha hecho la máxima autoridad con Correcaminos y los deportistas universitarios.