Ambos de pibes como dicen en Tres Sargentos, Argentina, jugaban en el establecimiento de su abuelo y cuando se oía un cristal roto, el grito venía: “¡Chema, Mariano, qué hicieron!” y ambos salían corriendo… pateando el balón

Han pasado más de 20 años desde que en aquel bar Mariano Pavone y su primo, José María Basanta, soñaban con jugar profesionalmente. 20 años después, están a punto de verse en la cancha, y por primera vez, en sus carreras “jugar el uno contra el otro”.

El delantero de Cruz Azul está emocionado; el jugar contra su primo-carnal, defensa de los Rayados de Monterrey, lo hace recordar su infancia.

“Mi abuelo tenía un bar, en una parada de camiones. Ahí mi hermano mayor Gonzalo, junto con Chema y su hermano Mario, hacíamos el ‘picado’ [partido]. El mostrador era una portería; la otra era de una mesa a la cabina telefónica”, rememora El Tanque.

El sonido del vidrio roto significaba el fin del juego. “Le rompíamos los vasos de mi abuelo, y mi viejo [padre], que tenía un kiosco, tampoco se salvaba, porque muchas veces nos cargábamos la vidriera”.

El tiempo pasa y el juego termina por tomarse en serio. Mariano fue el primero que vio al balón como un modo de vida.

Pero algo le faltaba al delantero. Sus cualidades lo hacían destacar y alejarse del barrio, de sus amigos, de sus familiares, de su primo, de Chema.

Fue en Boca Juniors donde se empezaron a reencontrar. “Estuvimos dos años en Boca, pero en diferentes categorías. Luego se vino conmigo a Estudiantes. Debuto y Chema lo hace cuatro años después”.

Todo era diferente, ya no era como en la infancia, en Tres Sargentos, donde el cristal roto anunciaba el fin del juego. Ahora un verdadero silbato marcaba el ritmo.

Y llegó el día: “José María al fin saltó como titular. Fue en un partido contra Argentinos Juniors. Estaba a punto de terminar y vino una jugada a pelota parada. Estábamos los dos en el área del rival; vino el centro, pasado, bajé la pelota con la cabeza, la metí a la zona y llegó Chema a meterla de rebote. Nos abrazamos detrás de la portería junto con mi hermano Tomás, que estaba de recogebalones. Por ahí, en el álbum familiar está la foto”.

Después la vida los llevó por caminos diferentes. Pavone se fue a Europa, y aunque después regresó a Argentina, Basanta ya no estaba ahí, hacía carrera en México.

Ahora el destino los pone frente a frente. El torneo pasado se pudieron enfrentar por primera vez, mas el central de Monterrey estuvo suspendido para ese juego.

“Nunca he jugado contra él, ya como profesional, sólo en práctica. Es un tipo fuerte, ha crecido”, afirma El Tanque.

Saldrán chispas. Si hay alguien que conoce a Hugo Mariano, es José María. “Era delantero en sus inicios, luego pasó a enganche, a medio centro y al final quedó en la central. Era chiquito y al final dio el estirón”.

Cuando suene el silbatazo, en Tres Sargentos el tiempo se detendrá. En aquel bar guardan como recuerdo aquellas copas rotas, aquel vidrio roto de dos pibes que soñaban con jugar a ser hombres.