Paola Espinosa celebrará mañana martes su cumpleaños número 26 con una fiesta en la piscina de clavados, donde buscará su segunda medalla olímpica en los saltos sincronizados desde la plataforma de 10 metros.
Originaria de Baja California, en el noroeste de México, Paola es una de las chicas más encantadoras del deporte mexicano. Los medios la piropean a menudo por su gracia, sus hermosos ojos negros y su mirada pícara, pero sobre todo es respetada por llevar casi diez años entre las mejores del circuito mundial de saltos.
Fue finalista en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 con 18 años. Sin embargo, su primer gran triunfo fue la medalla de bronce en Pekín 2008 junto a Tatiana Ortiz en la prueba en la que competirá mañana.
Tan enigmática como en la piscina, donde cautiva con sus ejecuciones con alto grado de dificultad, fuera del tanque de clavados Paola parece estar rodeada de un gran misterio que ella misma alimenta cuando reconoce tener novio pero oculta su nombre, o mantiene a raya a los periodistas, pero cuando les da una exclusiva, los trata como si fueran de su familia.
Este martes saltará junto a la adolescente Alejandra Orozco, la más joven de la delegación mexicana, en busca de una medalla en los saltos sincronizados desde la plataforma y el 9 de agosto volverá al tanque en solitario para retar a las chinas Chen Ruolin y Wang Hao.