Ser del Necaxa es aceptar el sufrimiento como modo de vida. El Primer Campeonísimo de México cumple 100 años de vertiginosa historia con títulos, desapariciones, abandono, mudanzas, renacimiento y una generación que marcó el futbol mexicano para siempre.

El 21 de agosto de 1923, con el impulso del ingeniero escocés William H. Frasser, el equipo de la Luz y Fuerza se fusionó con el de Tranvías para darle paso a uno de los conjuntos con más tradición del país, el Necaxa, nombrado en honor al río que generaba la electricidad para la Ciudad de México.

A partir de ese día se ha escrito una historia entre el placer y el dolor: de los Once Hermanos, dominadores de la Era Amateur y que por principios rechazaron “la comercialización del balompié”, el regreso para ganarle al mismísimo Rey Pelé, la segunda extinción y el nacimiento del Atlético Español y el segundo renacimiento para ser el Equipo de los 90… todo eso es Necaxa.

Cuatro títulos en la de Liga y el mismo número de Copas dejó la era preprofesional ismo. Ya en la era moderna del futbol mexicano, tres estrellas fueron bordadas oficialmente, además de un póquer de Copas más y otros trofeos que adornan una nada despreciable vitrina.

Pero el gran logro de los Rayos, los poderosos Rayos, fue marcar una época. Los 90 fueron rojiblancos, con los tres Campeonatos profesionales, dos subcampeonatos más y una generación que es recordada hoy en día: Nicolás Navarro, Efraín Herrera, José María Higareda, Alberto García Aspe, Sergio Zárate, Ignacio Ambriz, Ricardo Peláez, Ivo Basay y el máximo ídolo, Alex Aguinaga.

Como cierre perfecto a la era gloriosa llegó en el 2000 uno de los grandes hitos de la pelota tricolor. Los rojiblancos asistieron al primer Mundial de Clubes, en el que enfrentaron a equipos de la talla del Manchester United de Sir Alex Fergurson y David Beckham, al que le sacaron el empate, y al todopoderoso Real Madrid de Raúl, Guti y Roberto Carlos, a quienes vencieron en penaltis para ser tercer lugar.

Pero al igual que un rayo, tras el estruendo y el impacto viene la penumbra. Pese a su época de gloria, el equipo siempre fue semillero del ahora exhermano mayor, América, inercia que cobró factura al final de la primera década de los 2000, con un par de descensos, el segundo de cinco años.

El regreso a Primera se dio en 2016 y desde entonces el conjunto, ya en manos de la familia Tinajero, ha llegado a dos Semifinales, un título de Copa MX y una Supercopa, pese a la ideología del club cambió a un sistema comercial: comprar jugadores baratos para venderlos caro, sin ninguna obsesión por los resultados en la cancha.

El necaxismo no es de herencia, es de amor. Pocos, pero muy entregados son los aficionados del equipo al que todo el futbol mexicano quiere ver resurgir, pues el Necaxa es un rayo que nunca se apaga.