Gustavo Matosas persigue sus objetivos siempre con una filosofía de fondo que aplica a rajatabla en León. Esa metodología y mentalidad a la hora de entrenar las aprendió en su etapa como jugador cuando recibió instrucciones del mítico Telé Santana, estratega brasileño que lo dirigió en el Sao Paulo a inicios de la década de los 90.
Si como jugador Matosas cambió radicalmente gracias al técnico brasileño, ahora como entrenador busca compartir esas experiencias a sus dirigidos en León, un club donde dice estar “encantado” por su disposición de ganar y, además, de jugar bonito, como siempre se lo exigió Santana.
¿Cómo se define como entrenador?
“Soy un tipo chambeador, hago las cosas honestamente y siempre me gusta salir a atacar sea donde sea, sin miedo o temor de que me hagan muchos goles o de que yo haga muchos goles. No tengo ninguna fórmula mágica, simplemente trabajo”.
¿Hubo algún entrenador que lo haya marcado en su carrera?
“Tuve varios entrenadores, pero vida futbolística tuvo un antes y un después de Telé Santana. Me dirigió en Sao Paulo y casi siempre estuve en el banco, pero para mí fue una experiencia única. Me marcó mucho, sobre todo, en los aspectos tácticos, técnicos, en la disciplina. Luego, cuando era joven, tuve la oportunidad de trabajar con el maestro (Óscar) Tabárez, hoy entrenador de la Selección de Uruguay. Vengo de una casa de jugadores de futbol, porque mi padre fue futbolista y siempre lo vivió con mucha entrega, eso creo que lo saqué de él, pero con Telé, me cambió la cabeza, si en lugar de haberlo tenido a los 26 años, lo hubiera tenido a los 18, seguramente habría jugado a otro nivel”.
¿Por qué lo marcó tanto Telé Santana?
“Para él no era importante ganar nada más, importaba la forma. Hacía mucho hincapié en la técnica del jugador. Me cambió la vida, tanto que después de estar con Telé, hasta quería patear los tiros libres, antes no sabía si le iba a tirar a la portería o si la mandaría a la tribuna. La convicción que él quería, la tenías que cumplir, no había que ganar nada más, había que hacerlo bonito también”.
¿Qué tan complicado o sencillo ha sido inculcar estas ideas a los jugadores del León?
“No ha sido difícil, son jugadores inteligentes que estaban buscando una oportunidad, que están dispuestos a pagar el precio en el cuidado personal, en el entrenamiento, descansos, en el sacrificio en la cancha. Tengo unos jugadores espectaculares”.
Usted gusta mucho charlar con los jugadores en los entrenamientos, ¿qué les dice?
“Le digo al jugador lo que hará en el día y para qué le va a servir en el entrenamiento, me gusta que sepan lo que van hacer y cuál es el objetivo del entrenamiento para que sepan lo que harán el día del partido. Hay una explicación mía y otra del preparador físico”.
A final de cuentas su intención siempre ha sido formar una unión de grupo…
“Tengo a mis hijos en Uruguay, pero mi segunda familia es el equipo, se tienen determinadas normas de convivencia y de conducta y tienen que ser respetadas a rajatabla. “
¿Por eso mismo se mantuvo el equipo casi íntegro en Primera?
“Eso lo decidí porque los jugadores que lograron el ascenso, dejaron la piel en la cancha. No es fácil el ascenso, hay muchos equipos y asciende uno solo, por lo que no tienes margen de error. ¿Con qué cara iba a mirar a un jugador que dejó la piel y parte de la vida en la cancha, al decirle que íbamos a traer a otros? No se vale eso”.
Dicha decisión le ha dado la razón…
“Con eso de lograr el ascenso, me dijeron, en un código tácito, que les diera una chance, y sí, la neta se la ganaron. Mi obligación era darles la chance y saber que tenían jerarquía de jugar en Primera División. Los jugadores son espectaculares, han dejado todo en la cancha, juegan con alegría, luchan, corren, estoy encantado con los jugadores que tengo”.
¿Con qué adjetivo definiría esta temporada?
“Maravillosa. La gente se divierte cuando va a la fiesta de los viernes que es en el estadio. Los jugadores están felices, yo contento, la directiva ha hecho un gran sacrificio. Hoy, al levantarme, dije ‘México es un bendito país’, esto porque te abre las puertas, te da la chance de chambear, recibió a mi familia cuando éramos chicos y, pase lo que pase, siempre le estaré agradecido”, concluyó.