Rafael Márquez llegará a su cuarto Mundial convertido en una leyenda viviente del futbol mexicano y con la oportunidad de seguir escribiendo con letras de oro su historia en Copas del Mundo, ya que hoy por hoy es el jugador azteca con más partidos y después de Brasil 2014 podría imponer una marca casi imposible de superar.
Con 35 años de edad el zaguero mexicano aumentará su récord con más juegos disputados, el cual superó en Sudáfrica 2010 luego de que el Tri llegó a los Octavos de Final contra Argentina, con los que el Kaiser sumó su doceavo encuentro en Copa del Mundo, superando a Antonio Carbajal que sumó 11 duelos, y dejando en el camino a Cuauhtémoc Blanco y Gerardo Torrado que también disputaron 11 partidos.
Pero el capitán de la Selección Mexicana parece que está cerca de poner su marca más arriba, la cual será difícil de superar para otro jugador mexicano, ya que en caso de jugar los tres partidos del Grupo A en Brasil, estaría llegando a 15 juegos en Mundiales por lo menos, porque si el Tri consigue su pase a la siguiente ronda, Rafa Márquez podría continuar aumentando su récord.
Antes del Mundial de Sudáfrica 2010, el récord de más partidos jugados en Copa del Mundo perteneció a Antonio Carbajal durante más de 40 años, ya que el ex portero mexicano jugó en cinco Mundiales y disputó 11 juegos entre 1950 y 1966.
Pero en la pasada Copa del Mundo hubo dos jugadores que lo empataron y uno más que lo dejó en el camino. Cuauhtémoc Blanco y Gerardo Torrado alcanzaron la cifra de 11 partidos jugados en Copas del Mundo y Rafael Márquez tomó la cima con 12.
Rafael Márquez Álvarez nació el 13 de febrero de 1979 en Zamora, Michoacán. Comenzó a practicar el futbol con su padre, Rafael Márquez Esqueda, y cuando estaba solo, golpeaba el balón contra la pared. En Zamora, entrenaba siempre con muchachos más grandes y eso le ayudó. Su madre, Rosa María Álvarez, también conocía de cerca el futbol, ya que es hermana del ex jugador de Tigres, Leonardo Álvarez. Ella lo apoyó siempre.
Fue en 1992 cuando, con 13 años, se mudó a Guadalajara e ingresó en las Fuerzas Básicas del Atlas.
Desde entonces, los entrenadores de las inferiores se dieron cuenta que se trataba de un zaguero central distinto, con técnica, elegancia y visión de campo. Sabían que llegaría lejos.