Hace poco más de 12 años, Enrique Meza, al timón del Toluca, logró consumar por única vez en la historia de las fases finales la lógica futbolística tan esperada cada semestre, pero que casi nunca se aplica.
Hoy, Tijuana y Toluca —de nuevo bajo su gestión— disputan el primer duelo por el título de una Liguilla tan lógica como atípica, ya que en toda la historia de las fases finales (con 49 de 59 ediciones jugadas con sistema de cuartos, semifinales y final), sólo una vez, los cuatro mejores avanzaron a la antesala de la serie por el título, los dos primeros a la final y se coronó el superlíder.
La historia marca que no es normal lo que está ocurriendo en este Apertura 2012 y dicta que ningún puntero ha podido coronarse en diciembre, lo que sería una ventaja para Tijuana, dado que los tres líderes anteriores que han disputado una final en un certamen que concluye el año, han sucumbido en el intento en su propia casa.
Pero el Toluca apelará a que la única Liguilla en donde la lógica se impuso hasta el final fue ganada precisamente por los Diablos, en el Verano 2000, y con Meza como entrenador.
En aquel certamen, Toluca, Santos, Pumas y Guadalajara (los cuatro primeros) avanzaron a las semifinales, Diablos Rojos y Guerreros santistas disputaron la gran final y los Choriceros alzaron la copa.
El Ojitos se convertirá en el técnico con más finales dirigidas, al llegar a ocho, y superará por una a Manuel Lapuente.
El propio Meza recuerda la estadística del Verano 2000, donde clasificaron los primeros ocho, algo inusual en aquel año, porque en ese entonces avanzaban por sistema de grupos y no siempre los mejores llegaban a la “Fiesta Grande”.
Una situación idéntica a la vivida en la actual Liguilla del Apertura 2012, salvo que aún falta por saber, si los Diablos coronarán esa similitud con el título, como hace 12 años. Quizá por eso, cabalero, Meza responde: “Sí, pero no me la sales, ¿te parece?”
Entre tantas estadísticas, El Ojitos reúne muchas otras. Si levanta el trofeo se convertirá en el cuarto técnico, en la era profesional en acumular campeonatos en tres décadas distintas, junto con don Ignacio Trelles, Manuel Lapuente y Víctor Manuel Vucetich.
“Eso significa que ya no me cuezo al primer hervor”, contesta orondo. “Tengo 64 años, me siento bien, estoy sano y todas esas estadísticas me sorprenden, porque estoy alejado de ello. Poco veo de todo eso”, se sincera.
Luego, juguetón, reconoce que experimenta los mismos sentimientos que cuando alcanzó su primer logro.
“Tengo el mismo estómago y las cosquillas siempre se me hacen. Ya quisiera empezar a ver a mi equipo. Ahí es donde me controlo y dejo de estar con ese cosquilleo en el estómago”, añade, mientras experimenta toda clase de sensaciones sintomáticas de una final.
—¿Disputar una final más es algo significativo para usted?
“Bueno, sí es grato nuevamente estar en una final. Muy al principio del campeonato nos hacíamos las ilusiones y hoy estamos en una final que representa mucho, por todo lo que esto conlleva, pero habla también de que los jóvenes han hecho un gran trabajo. Al principio teníamos cierto desconocimiento unos de otros, por los grupos, porque vinieron algunos jugadores de fuera, otros se quedaron, se quedó gente que trabajó aquí y al final se han complementado muy bien y eso es muy grato”.
La humildad que predica no le impide ambicionar más títulos.
“Sí, cómo no, [el título] me hace falta, trabajo para eso. Siempre me hago muchas ilusiones, siempre que tomo un nuevo trabajo y al estar en ello tiene un grado de premio, a pesar de que todavía no se ha conseguido nada”, destaca.