Luis Fernando Tena se llevó las manos a la cabeza cuando Carlos Salcido repitió el burdo intento de despeje realizado el viernes, frente a Honduras, en el Estadio Azteca. Las mantuvo allí… Hasta que Eddie Johnson materializó todos sus temores (49′).
Triste presentación y despedida del “Flaco” como director técnico nacional. Con dos décadas como entrenador, ha aprendido a olfatear los goles de su equipo y los que está a punto de recibir. Siempre supo que recibió a una Selección Mexicana en agonía, frágil futbolística y anímicamente.
Nueva derrota sobre ese lienzo verde que muta en caldera infernal cada que es pisado por el Tricolor. No podía ser con un marcador distinto al 0-2, “copyright” del acérrimo rival desde 2001, cuando decidió que no existe mejor sitio para aniquilar a su eterno adversario que la hostil capital de Ohio.
La diferencia es que, esta vez, el daño fue más profundo que en las tres anteriores. La clasificación directa a Brasil 2014 es ya simple utopía. Todo queda en la penosa puerta llamada reclasificación. Nueva Zelanda sería el contrincante.
Eso explicó los descompuestos rostros del segundo tiempo. Ninguno como el de Diego Reyes. El futbol es un juego, sinónimo de diversión… Y el chico no la pasa bien como responsable de ser el principal soporte de Héctor Moreno, único defensa que mostró cierto amor propio, hasta que Michael Parkhurst lo dribl{ó con facilidad para servir aquel balón a Landon Donovan (77′), cuya presencia era fundamental en la cuarta versión del “Dos a cero a la norteamericana”.
Campo maldito para el Tricolor, inexpugnable, sinónimo de dolor. El Mundial se escapa.
De nada sirvió el cese de José Manuel de la Torre. El revulsivo duró 45 minutos, esos en los que la Selección Nacional (con un sistema idéntico al que practicaba bajo las órdenes del “Chepo”) amagó con dar un batacazo gracias al ímpetu. El problema es que Javier Hernández, Andrés Guardado y Giovani dos Santos jugaron partidos distintos. Cada uno quiso ganar el suyo. Al final, todos perdieron el mismo.
Hacía falta un error para que el maquillaje fuera borrado y reapareciera ese descompuesto rostro, el que presagia muerte.
Salcido volvió a empezar todo con su espantoso cabezazo, aprovechado por Parkhurst, el as bajo la manga de Klinsmann, para ganar el saque de esquina que terminó en el gol que mató a los verdes. Reyes y José de Jesús Corona completaron la obra.
Porque el central del Porto comprobó que no está para juegos grandes, no con el combinado mexicano. Casi rompe en llanto cuando su despiste se combinó con la horrorosa salida del meta cruzazulino. Ironías del futbol o la reafirmación de que le sobran nombres a la alineación: los tres jugadores que erraron en el segundo “Aztecazo” compartieron culpas del momento que marcó la diferencia.
El resto fue otra vergonzosa actuación en el campo del Columbus Crew, lugar en el que el “Capitán América” se hace aún más grande si los mexicanos están enfrente.
Donovan saboreó su anotación cual fiera que acaba de devorarse a una indefensa pero suculenta presa. Faltaban 13 minutos, simple trámite. El marcador tenía que ser el de siempre. Por eso, Clint Dempsey se dio el lujo de fallar el penalti (95′). Poco importaba.
El Tricolor ya estaba muerto. La influencia del “Chepo” seguía en el equipo… Y la enfermedad se agudizó. Estados Unidos se acerca a Brasil 2014, mientras su acérrimo rival tiene como única tablita de salvación ir al verdadero fin del mundo por el último boleto.
Ya no será con Tena, mucho menos De la Torre. ¿Quién se anima a tomar un equipo que asusta a sus propios estrategas? Víctor Manuel Vucetich, Miguel Herrera y Tomás Boy, tienen la palabra.