No es un secreto que desde pequeño el futbol es el deporte favorito de Sergio “Checo” Pérez y que su equipo predilecto es el América, pero de ahí a pensar que dejaría todo para luchar por su sueño de ser futbolista y no piloto es difícil de creerlo, pero ocurrió hace casi 25 años.

Cuando Checo comenzó en los karts fue por hobbie, pero más por pasar tiempo con su hermano mayor Toño Pérez, quien sí tenía la velocidad en la sangre y las metas puestas en conquistar el mundo motor.

Lo más curioso de todo es que sin planearlo ni pensarlo Checo también contaba con esas habilidades tras el volante, destacando en los karts además de ser parte de una familia donde todo el tiempo se respiraba el automovilismo. Pero todo estuvo cerca de llegar a su fin el día que el América viajó a Guadalajara para un Clásico Nacional y Emilio Azcárraga invitó al pequeño Checo a los entrenamiento y el partido, ese día el sueño de la familia Pérez de ver al menor de sus hijos en las pistas estaba siendo suplido por el del lienzo verde de una cancha de futbol.

Antonio Sánchez “El donas”, quien fue el mecánico de Checo en los karts, recordó el fanatismo del tapatío por el cuadro azulcrema el cual lo llevó a perder una carrera, todo por salir corriendo del kartódromo y ver al equipo de sus amores.

“Checo empezó a jugar futbol y combinaba los karts con el futbol. Esa vez tenía muchas ganas de ir a ver un partido, pero tenía carrera, Checo iba en primer lugar, pero cuando cayó la bandera blanca que es la de la última vuelta ya lo celebraba y aunque les llevaba media pista lo alcanzaron. Nosotros desde los pits le hacíamos señas, alcanzó a entender, pero pasó la meta en segundo lugar. Esa es una de las que se aventó porque ya tenía ganas de irse a ver el futbol”, recordó el Donas.

El futbol comenzó a dejar ver un pequeño divorcio entre Checo y las pistas tanto que dejó escapar un campeonato en los Karts por ir a un entrenamiento de las Águilas.

“Iba a ser campeón, pero viene Emilio Azcárraga y lo invita a un partido de futbol del América vs Chivas. El partido era el domingo, pero el sábado había unos entrenamientos en el campo los olivos y también lo invitaron, pero Checo no quiso calificar y menos ir a la carrera. Si Checo hubiera calificado hubiera sido campeón, pero no quiso ir ni el sábado ni el domingo”.

“Así que le dije sabes qué, vamos a vender los go karts, ahí muere, esto no es lo tuyo y me dijo sabes qué jefe pues vende todo, la verdad lo mío, la pasión sí es el futbol”, recordó su papá Antonio Pérez.

Y por unos años así fue la vida de Checo hasta que un viaje a Europa donde fue a ver a su hermano correr, ahí el panorama le volvió a cambiar y retomó el rumbo del automovilismo.