La peor pesadilla mexicana se apoderó de un Estadio Azteca incrédulo ante lo visto. El escenario menos deseado está presente y Brasil está más lejos de lo alguna vez imaginado. Honduras terminó por cantar el ‘Cielito Lindo’ en propio territorio mexicano y el Tri se quedó con las manos vacías, con la mirada perdida y con una derrota a cuestas, la segunda en su historia de manera oficial.
El Azteca no se lo creía, la afición mexicana mucho menos. Los hondureños vinieron a jugar al error y rescataron un tesoro que tardaron años en conseguir. Cosas que tiene el futbol cuando un equipo parece tener cierto control del partido y en dos despistes se pierde lo elaborado, la ventaja, la confianza y hasta la credibilidad de un Azteca furioso, volcado al final con los centroamericanos.
El Tri simplemente no encuentra la brújula y fue exhibido de nueva cuenta en casa, solamente que en esta ocasión ni el empate se pudo rescatar ante un Honduras seguro de lo que quería, con la confianza hasta el cielo para jugar su partido perfecto y llevarse sus tres puntos en el bolsillo. Noche mágica para los catrachos y para el olvido para los mexicanos.
El cielo mexicano comenzó dejar correr las gotas de lluvia para acompañar a un tarde tan triste como la actuación mexicana de esta ocasión. El Tri se quiso creer lo contrario en un principio y tomó las riendas de la batalla. Oribe corrió por todas, Giovani puso el talento, Chaco, en su primer partido oficial, se encargó de la clase y la garra y Reyna la picardía.
La combinación de todos ellos dio como resultado el primer y único tanto mexicano en el partido, el que parecía darle un nuevo destino al Tri ante su afición, con un equipo que en seis minutos había aprovechado el nerviosismo rival, la motivación de la gente y el entendimiento entre sus elementos. La noche pintaba diferente, la alegría, ésa que estaba muy distante desde antes del encuentro, llegaba de repente por unos minutos.
Honduras no encontraba el balón, pero tampoco parecía muy preocupado por ello, mientras México buscaba dominar el encuentro, acercarse al arco rival y dar con el segundo tanto que tranquilizara la batalla. Los catrachos se cuidaron bien atrás, despejaron cuanto balón vieron pasar sin importar si en medio se llevaban alguna pierna rival, lo que les importaba era no caer en la desesperación.
Al final del primer tiempo, por más que México se llevó la ventaja en el marcador, Honduras ganó un poco en lo anímico para salir a buscar lo suyo en el segundo tiempo, siempre con orden, velocidad, fuerza y espíritu de lucha.
El equipo mexicano se tambaleó de pronto, perdió en confianza, cayó en las trampas catrachas y en su peor pesadilla llamada Carlo Costly. Salcido falló en un despeje, el delantero centroamericano remató, Corona no contuvo y Bengston empujó el balón a las redes. Los fantasmas ya rondaban el Azteca.
Minutos después llegó lo peor tras un pelotazo que Diego Reyes no pudo rechazar, pagó la novatada y Costly corrió hasta llegar dentro del área y cruzar por completo su disparo ante un Corona ya derrotado. Honduras festejó por todo lo alto.
Los embates mexicanos más obligados que nunca no llegaron a nada, se perdieron en el abismo como esta Selección se ha perdido con el paso de los meses, mientras Brasil se empieza a alejar por la imposibilidad de ganar.