El partido que divide a la capital. Merengues y Colchoneros en Madrid, Millonarios y Xeneizes en Buenos Aires o los Diablos Rojos y Ciudadanos en Manchester son ejemplos de rivalidades concentradas en una misma ciudad equivalentes a lo que encarnan América y Pumas, protagonistas del llamado ‘Clásico Capitalino’, un choque que se tiñe de odio.

Las Águilas tienen una enemistad fuerte con otros 2 rivales, Chivas y Cruz Azul, pero con el paso del tiempo ambas han ido a menos, quizás por la lejanía del Rebaño y porque el conjunto Cementero dejó de ser un rival digno de un clásico.

Contrario al duelo contra los universitarios, que desde pequeños en Coapa y la Cantera forjan esta rivalidad llevándola a un punto en que se convierte hasta un choque de ideologías con los millones que se gastan en refuerzos en América contra la discreta apuesta a las Fuerzas Básicas de Pumas.

El Azteca y el Olímpico han sido escenarios de grandes batallas con sus jugadores dentro de la cancha y lamentablemente entre aficiones fuera de ella, razón por la cual el gobierno capitalino catalogó a este partido como un “evento de alto riesgo”, en el que suelen implementar un dispositivo de seguridad tan grande que no parece ser para un partido de futbol.

Inclusive, en un pasado reciente por precaución a su plantel, América tuvo utilizar camionetas en lugar del autobús del equipo cuando le tocaba visitar Ciudad Universitaria, mientras que la afición universitaria tiene que pasar un estricto filtro de seguridad en la puerta más alejada del Coloso de Santa Úrsula.

Pero también futbolísticamente hay elementos que suman a esta rivalidad como las 3 finales disputadas entre ambos, o aquel punto de quiebre al final de la década de los sesenta cuando a billetazos la directiva de América le quitó a Pumas a su ídolo del momento, Enrique Borja, que dio pie a que con los años siguieran existiendo otros casos similares.