Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Dentro del mundo del tochito bandera, emerge un héroe olvidado, un hombre de sabiduría y experiencias que a través de los años ha dejado un legado inigualable, ganándose el respeto, cariño, admiración de jugadores, entrenadores y aficionados de esta disciplina.
Se trata de Juan José Rodríguez, mejor conocido dentro de los emparrillados como “Peluche”, un árbitro de Tochito y reglas en mano, que cada partido se para firme ante más de 10 gladiadores que buscan hacer su mejor atrapada, quitar flag y hacer una anotación en donde él imparte justicia, en el emparrillado.
Con el silbato entre los dientes, ataviado con su uniforme a rayas, los ojos vigilantes detrás de sus lentes oscuros, un “buff” que cubre las emociones de su rostro, y su fe intacta que lo acompaña en cada yarda que camina, se coloca en el epicentro del tumulto para llevar acabo su encomienda en el campo.
“Peluche”, un apodo adquirido desde los años 90’ cuando tenía 8 años, así lo menciona Juan, “Ahí viene “Peluche” así me decían mis amigos cuando llegaba, como el osito que cargas de niño y llevas a todos lados, porque siempre estaba en todo y andaba en todos lados con mis amigos”.
Siempre tiene la plática previa con los capitanes de cada equipo, extiende los brazos, hace la seña de quien parte primero y en qué lado del campo, así inicia esa travesía que dura 40 minutos.
Posicionado al filo de la línea blanca, levanta su mano indicando la primera jugada; así como lo hizo la primera vez hace 16 años, cuando en 2008 se incorporaba en el mundo del tochito bandera, en la primera liga celebrada en el campo del CONALEP, a cargo del exNFL Salomón Solano, con la misma precisión, atento y mirando cada movimiento, para seguir con su encomienda dentro del emparrillado.
“Viene segunda, el tiempo corre” se escucha salir de su garganta, ya que su voz principal proviene del silbato.
Con un ojo agudo para detectar faltas e incumplimiento a las reglas de juego, “Peluche” hace su primera intervención. Sin dudarlo, de su cintura lanza el pañuelo amarillo cayendo en el terreno para marcar una falta.
“Hay un bloqueo en la salida”; mientras toma el balón y avanza cinco yardas para seguir con el partido.
La molestia en los jugadores es evidente, acercándose a su lado para reclamar. “Peluche pero él está viniendo para acá”, “Chécala bien peluche, así no me la marcaron hace rato”; mientras que Juan con mirada al frente “escuchaba e ignoraba” al mismo tiempo, como se dice coloquialmente “le entra por un oído, y le sale por el otro”.
El partido sigue su curso, por lo que “Peluche” protocolariamente hacía las señas que indicaban las jugadas, tiempo fuera y el medio tiempo.
Como gacela y apasionado a sus funciones, corría por toda la banda en cada pase largo hasta zona de anotación.
Llegaban los minutos finales y era recurrente la pregunta “Peluche, ¿Cuánto falta?”
“30 y bajando” retumbaba en el emparrillado.
La gloria llegaba al termino, levantando su mano y agitándola, apuntando al cielo, el cual indicaba el final de otro partido más, “otra raya más al tigre” del tochito bandera.
Tras concluir su labor, emprende su camino al medio campo, para saludar a su compañero en esta ocasión, agradeciendo el tiempo dedicado a llevar la justicia dentro del emparrillado.