Dentro del terreno de juego donde la estrategia es clave, emerge un líder nato, el director de la orquesta, el comandante del batallón, el denominado capitán del equipo. Esta es la crónica de ese jugador, que guió al “Ferrari Amarillo” a su primera final de la Liga de Campeones de Veteranos, Sergio “Samba” Rosas que se encargó de atacar, anotar y defender junto a su arsenal, para derrotar en las Semifinales 5-3 en el global a la Botana.

Eran las 19:46 horas. A pesar de que no era el tradicional Marte R. Gómez donde vivió noches de ensueño, y pesadillas con Correcaminos, “Samba” llegaba con calma al campo #1 de la Cima Fut-7, mostrando su mejor sonrisa, uniformado con la armadura amarilla y negra del Deportivo Martínez; no llegaba solo, pues cargaba de la mano su amuleto de la suerte, su familia. Era su esposa Fahara y sus tres hijos Sebastián. Sofía y Santiago que están en la trinchera apoyando a su héroe, gritando y aplaudiendo cada que su papá toma el balón.

A las 20:03 horas “Samba” entraba al terreno de juego junto a sus compañeros, muchos sin tener la vestimenta completa lista o las armas (tenis) para jugar al futbol.

“Samba” aprovechaba estos últimos minutos para calentar, saludar a compañeros, contrarios y hasta el silbante, bastan 12 años de carrera profesional y un legado en el futbol amateur para ser reconocido y querido por muchos.

20:11 empieza el partido. “Samba” con su característico gafet de capitán era el primero en dar ordenes y alentar a su equipo. “Venga, calmados y cubran con todo” mientras alzaba su mano derecha apuntando hacia adelante.

Con su visión periférica y la habilidad de anticipar cada movimiento del adversario, el comandante ganaba terreno para el “Ferrari” que poco a poco llegaba a tocar puerta; aunque sabía que el empate global los mantenía del otro lado, su mirada encajada en el arco quería si o si romper el marcador.

Minuto 10, un contra golpe, “Samba” salía disparado como flecha inmortalizando una foto en el aire, controlando el balón como en sus mejores años. Cuando se perfilaba frente a la portería adelantaba de más el esférico y una pierna rival despejaba su oportunidad para el primero. Solo era un aviso de lo que se venía a continuación.

Tres minutos después se abrió el telón. El comandante comenzaba la jugada del gol, presionando la salida sobre la banda derecha de sus rivales, robaba el balón tendiéndolo a Edwin Castro, que respetaba el esfuerzo y devolvía la princesa a los botines del “Samba” que controló frente a dos atacantes y con la parte interna la mandó a dormir en las redes para poner el 1-0.

Rápido se fue cerca de la reja que divide el campo con la afición, con una sonrisa de ‘oreja a oreja’ y haciendo un corazón con sus manos, dedicaba el gol a su mejor trofeo de la vida, su familia, para terminar festejando con su equipo.

Minuto 17, la sonrisa desaparecía del rostro del ex poblano y naranja, la Botana pondría el empate 1-1 y 3-3 en el global, donde solo bajaba la mirada y se limpiaba el sudor con su brazo.

Tres minutos después volvía aparecer el capitán, Rosas entraba a las espaldas de sus compañeros, tomando el balón de volea para reventar el arco de la “Pepa” y poner la ventaja para el “Ferrari”.

Esa mirada de felicidad volvió festejando su segundo gol con su familia, los cuales gritaban y alzaban las manos celebrando con él.

20:37 terminaba la primera parte, era hora de descansar. Con un caminar lento llegaba a la banca para escuchar indicaciones de su cuerpo técnico.

20:45 reanudaban las acciones. Apenas un minuto de la segunda parte y “Samba” comenzaba con la presión al silbante “Profe el balón, ¡Profeeeee! Checa el balón, chécalo” mientras apuntaba al esférico. El silbante lo ignoraba y el juego seguía, Rosas en su enojo continuaba reclamando “Sordo, estas sordo o ¿qué?” mientras apuntaba con su dedo índice su oreja derecha.

Minuto seis, el partido se tornaba ríspido, falta tras falta y el capitán nuevamente hacía presencia con sus reclamos y charlas con el nazareno, que mediaba la situación.

El “Ferrari” tenía el partido en sus manos, controlando el terreno de juego con “Samba” y generando ataque, era cuestión de tiempo para cantar el gol que sepultaba las ilusiones de la botana.

Fue hasta el minuto 15 donde el “Willo” Rivera armó su propia jugada por la banda izquierda quitándose a tres rivales, y un tiro cruzado para poner el tercero de la noche y el 5-3 en el global. Sergio solo aplaudía y se posicionaba para defender lo que restaba de tiempo.

Los últimos minutos fueron mentales, el comandante ya no tenía emociones, su rostro reflejaba el cansancio puesto durante los 50 minutos en la ida y en la vuelta, lo mismo que rivales que terminaron cediendo la victoria, que metía al “Ferrari” a la gran final.

Antes de acabar el encuentro, “Samba” explotaba contra el árbitro, un defensor de la botana intentaba burlar las reglas de juego, controlando el balón para levantarlo y con la cabeza dársela al portero. Sergio gritaba, pero su voz fue enmudecida por el silbato del nazareno que marcaba el final. Aún con la victoria en la bolsa arremetía contra Saúl Barrón, exhibiéndolo que eso no era posible, como no lo marcaba, “Como no puedes marcar eso, eso no se puede hacer, esta en las reglas de juego, estas mal” retumbaba en el tumulto del campo.

Después de la disputa, Sergio dejaba atrás la competitividad y volvía a sonreír, saludando a compañeros y directivos, para después abrazar a sus hijos que ingresaban al campo para felicitarlo y saludarlo.

“¿Tendrás otro partido papi?” le preguntaba su hija más pequeña, donde respondía que no, era momento de descansar, mientras tomaba su mano para irse a casa y esperar la gran final.