Quien prometía ser un referente para el beisbol en nuestro país, esta semana se ponchó y mandó todo a la basura. Julio Urías fue puesto en licencia administrativa hasta nuevo aviso, mientras la MLB continúa con su investigación por supuesta violencia doméstica, lo que derivaría en la suspensión del mexicano por Las Mayores.

El talentoso pitcher de Culiacán fue denunciado el pasado domingo, aunque recibió su libertad al siguiente día con una fianza de 50 mil dólares. Sin embargo, no es el primer episodio de este tipo que vive el ganador de la Serie Mundial con los Dodgers.

En 2019, Urías fue acusado de haber empujado a la que era su pareja en un centro comercial. Como la víctima no presentó cargos, el sinaloense fue puesto en libertad después de una noche en la cárcel y la MLB lo suspendió 20 días.

El de Julio no es el primer caso en el que un mexicano tira a la basura su carrera en las Grandes Ligas. En 2018, el exjugador de los Blue Jays de Toronto, Roberto Osuna, quien se perfilaba para ser el mexicano con más juegos salvados en la MLB, fue acusado de haber golpeado a una mujer.

Posteriormente, el antes conocido como el Cañoncito fue cedido a los Astros, hasta que en 2020 sufrió una lesión y al no ser llamado por ninguna franquicia estadounidense, tuvo que jugar en México y después en Japón.

Otro caso muy sonado fue el de Esteban Loaiza, quien en 2003 peleó por el trofeo Cy Young con los Chicago White Sox. No obtuvo el reconocimiento, pero sí consiguió buenos números como el segundo mexicano con más juegos ganados con 126, detrás de Fernando Valenzuela con 173.

Sus problemas sucedieron al deporte nacional en 2018 tras ser detenido con 20 kilos de cocaína para su venta. Su sentencia fue de 36 meses y al cumplirlos fue deportado a México.

En 2021, Jesús Camargo Corrales, prospecto de los Chicago Cubs, fue detenido por serle encontrados 10 kilos de metanfetaminas y medio kilo de pastillas fentanilo. Con el objetivo de quedarse con la sentencia más corta de (14 años), el pelotero aceptó declararse culpable.

En casos de mucho menor impacto, Yovani Gallardo, quien jugaba en los Milwaukee Brewers, fue arrestado en 2013, debido a que conducía su vehículo en estado de ebriedad, tuvo que pagar una multa de mil cien dólares.

Y en 2003, Karim García, figura en ese entonces de los New York Yankees, tuvo una riña con un empleado del Fenway Park, inmueble de los Boston Red Sox, durante la Serie de Campeonato de Liga, por lo que tuvo que pagar una multa y 50 horas de servicio comunitario.

Las Grandes Ligas están hechas para que los peloteros mexicanos lleguen y conquisten, aunque algunos pocos casos han perdido el piso y ahora están en el lado oscuro de la fama.