El 22 de diciembre de 2003 se vivió una historia de amor increíble, pero no fue entre novio y novia, ni esposo y esposa, sino que fue entre un hijo y un padre acabado de fallecer. Fue Brett Favre, en ese entonces quarterback de los Green Bay Packers, quien honró la memoria de su papá a un día de su muerte.

Todo comenzó el 21 de diciembre de 2003 cuando los medios daban a conocer el trágico fallecimiento del padre del mariscal de campo debido a un infarto mientras manejaba en el condado de Kiln, Misisipi, pueblo natal del número ‘4’ de los Packers.

Al día siguiente, Green Bay jugaba contra los entonces Oakland Raiders en el Monday Night Football. Favre no lo dudó: tenía que jugar porque así le hubiera gustado a su papá.

“Sabía que mi papá hubiera querido que jugara. Lo amo mucho y amo este juego. Significó mucho para mí, para mi papá, para mi familia, y no esperaba este tipo de actuación. Pero sé que me estaba mirando esta noche”, dijo Favre tras el partido.

Y vaya momento. Favre no sólo jugó un día después de la muerte de su padre, sino que dio posiblemente el mejor partido de su carrera y deleitó a todos los seguidores de la NFL con una emotiva historia, digna de una película.

Logró dos récords esa noche

El General completó 22 de 30 pases para 399 yardas y cuatro touchdowns aéreos, incluyendo dos memorables, uno de 22 yardas a Wesley Walls y otro de 43 yardas a Javon Walker. Además, Favre impuso dos récords en los Packers esa noche con sus 311 yardas aéreas que consiguió en la primera mitad y su rating de 154.9.