Halcones Marinos de Seattle, el campeón vigente, tuvo un inicio de pesadilla, pero al final se convirtió en el primer invitado al Super Bowl XLIX tras superar 28-22 a los Empacadores de Green Bay en el CenturyLink Field.
La clave para el triunfo visitante fue la gran labor de su defensiva, que detuvo en numerosas ocasiones los ataques de la ofensiva comandada por Russell Wilson, interceptado en cuatro ocasiones.
El inicio del encuentro fue todo para Green Bay, que no permitió anotación alguna en los primeros dos cuartos.
Los visitantes se adelantaron en el marcador con dos goles de campo y redondearon el primer capítulo con un pase de anotación de Aaron Rodgers a Randall Cobb.
Crosby parecía definir el encuentro con un nuevo gol de campo antes del descanso, sin embargo, Seattle no dejó su corona fácilmente y en el tercer cuarto Pete Carroll ordenó una jugada de fantasía para romper el ayuno de puntos.
En una cuarta oportunidad, los Halcones Marinos simularon un intento de gol de campo y engañaron a la inmaculada defensiva de Green Bay. El resultado final de la jugada fue un pase de anotación de Ryan a Gilliam.
Seattle era inoperante en el duelo clave. Crosby puso un clavo más en el ataúd del monarca con un gol de campo y el perímetro visitante hizo el resto al atrapar un pase de Wilson. Pese a todo, el quarterback del campeón puso su parte para un final de partido cardiaco, esto al llegar a zona prometida con acarreo de una yarda.
El campeón parecía revivir de sus cenizas al recuperar una patada corta y concretar la voltereta gracias a la anotación de 24 yardas de Marshawn Lynch, además de lograr una conversión de dos puntos.
Los Empacadores se negaron a morir y lograron un dramático empate a 22 por bando con un gol de campo de 48 yardas de Mason Crosby. El tiempo extra fue inevitable y ahí el monarca firmó su pase al Super Bowl con el TD de Jermaine Kearse a pase de 35 yardas del Wilson.