A un año de “su” Mundial, Brasil todavía busca recuperar el elemento esencial para concretar el sueño de alzarse en 2014 con el hexacampeonato en casa: el futbol que en el pasado encantó al planeta, asustó a adversarios y convirtió el equipo verdeamarelha en “eterno favorito”.
Desde la eliminación del esforzado, pero poco brillante equipo de Carlos Dunga en los cuartos de final de Sudáfrica 2010, parece cada vez más lejano el sueño de recuperar la hegemonía en el futbol: la camiseta canarinha ya no asusta como antes.
El otrora jogo bonito ocupa hoy la peor posición de su historia en el ranking de la FIFA: está ubicado en el puesto 22 con 822 puntos, menos de la mitad del líder, España.
Además de seguir lejos de su archirrival en el futbol sudamericano, Argentina, que marcha tercero, Brasil es superado por selecciones de mucho menos tradición, como Colombia, Ecuador, México, Uruguay y Costa de Marfil.
Los analistas buscan razones para el apagón del futbol verdeamarelha.
Una de las críticas más frecuentes se refieren a los más de dos años “perdidos” desde el Mundial de Sudáfrica, cuando la Confederación Brasileña de Futbol (CBF) -al parecer por razones más económicas que deportivas- programó varios amistosos con equipos sin peso como China e Irak.
En esos partidos, el entonces entrenador Mano Menezes se puso a probar a decenas de jugadores sin formar la base de un equipo para el Mundial por venir.
Pero no toda la culpa es echada a dirigentes o entrenadores. Los analistas deportivos coinciden en que el proceso de surgimiento de nuevos talentos en las canchas brasileñas perdió ímpetu en los últimos años.
Como afirmó el columnista Antero Greco, del diario O Estado de Sao Paulo , el Brasil de hoy es un equipo “común, muy común”.
De hecho, hasta ahora no han surgido en el Scratch du Oro jugadores “de referencia”, capaces de cambiar el rumbo de un partido como en años recientes lo fueron Romario y Bebeto en EU 1994 o Rivaldo y Ronaldo en Corea-Japón 2002.
El delantero Neymar -la estrella solitaria de la selección brasileña actual- es el artillero del equipo con 19 goles en 33 partidos, pero todavía no ha logrado exhibir en la selección canarinha los festejos de genialidad que lucía en el Santos y que motivaron al Barcelona a ficharlo por 76 millones de dólares.