El nuevo estadio Maracaná de Río de Janeiro, que acogerá las finales de la Copa Confederaciones y del Mundial’2014, abrió sus puertas hoy para un partido amistoso al que asistió la jefa de Estado brasileña, Dilma Rousseff.
Fue un acto sin discursos, al que la presidenta llegó junto a su antecesor y mentor político Luiz Inácio Lula da Silva, el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, quienes junto con las tribunas ovacionaron al obrero Antonio Pereira, uno de los que trabajó en las obras y fue escogido para dar el puntapié inicial.
Según las autoridades de Río de Janeiro, el acto y el partido fueron una “fiesta” para celebrar la conclusión de las obras, pero la inauguración oficial del nuevo Maracaná quedará pendiente para el 2 de junio, cuando Brasil recibirá a Inglaterra para un amistoso.
La ceremonia incluyó la presentación de vídeos sobre la historia del estadio y las obras desarrolladas en los últimos tres años, así como de populares cantantes de samba que entonaron algunos de los himnos de las hinchadas cariocas.
Inmediatamente después, en medio de impactantes juegos de luces, el estadio recibió nuevamente al fútbol para el primer partido sobre el nuevo césped, entre equipos de “amigos” de Ronaldo y Bebeto, dos de las grandes glorias del fútbol brasileño.
Además de Rousseff y otras autoridades estuvieron en las tribunas los 8.000 obreros que trabajaron en la construcción y sus familias, que se confundieron en un público calculado en 27.500 personas.
La capacidad total del estadio es ahora de 78.838 espectadores, pero será reducida a 76.935 en competiciones de la FIFA, y hoy sólo fue utilizada en cerca de un 30 por ciento, por tratarse de una primera prueba de las instalaciones.
Las obras en el templo del fútbol brasileño comenzaron en agosto de 2010 y, según las cifras más recientes divulgadas este mes por el Gobierno brasileño, han costado 808,4 millones de reales (unos 404 millones de dólares) .
El Maracaná es el quinto estadio mundialista concluido y ha sido reabierto con cuatro meses de retraso respecto al calendario de la FIFA, que esperaba contar para diciembre pasado con las seis sedes de la Copa Confederaciones, que comenzará el 15 de junio en Brasilia, cuyo estadio será entregado el próximo 18 de mayo.
En el caso del Maracaná, los atrasos se debieron a varias huelgas por mejorías en las condiciones laborales y a problemas dentro del consorcio integrado por las constructoras Andrade Gutiérrez y Odebrecht y una tercera socia, Delta, que abandonó las obras en 2012 en medio de un escándalo de corrupción.
El proyecto ha vivido también protestas constantes de indígenas y grupos sociales que se oponen a la demolición de varios edificios aledaños para la construcción de un estacionamiento que deberá ser concluido a tiempo para el Mundial del año próximo.
La remodelación ha hecho del Maracaná uno de los estadios más modernos del mundo pero disgustó a los nostálgicos, puesto que solo se conservó intacta la fachada original del coliseo, que albergó a 200.000 espectadores en la final del Mundial de 1950.
Los dos antiguos pisos de gradas ovaladas cedieron su lugar a una tribuna continua, más cercana al césped y sin puntos ciegos.
El estadio cuenta a partir de ahora con 60 bares, 231 aseos, 78 altavoces, 360 cámaras de seguridad, cuatro pantallas gigantes de 98 metros cuadrados cada una y aire acondicionado en una zona de 36.000 metros cuadrados, que incluye 110 palcos para invitados especiales.
El césped es nuevo, del tipo “bermuda celebration” , resistente a cambios de temperatura, que fue cultivado desde el pasado octubre en un vivero de la ciudad de Saquarema y trasladado a Río en 360 piezas de 18 metros de largo por 1,2 de ancho.
El sistema de drenaje también fue mejorado y ahora podrá aguantar trombas de agua de 230 milímetros de lluvia por hora, una cifra que dobla los volúmenes normales de precipitación de los meses más lluviosos en Río, diciembre y enero.