El empate en Montenegro que impidió a Inglaterra reconquistar la primera posición de la liguilla para Brasil 2014 ha puesto freno a la espiral de optimismo que vivían en las última semanas los ingleses, que afrontan ahora seis duros meses de dudas hasta su próximo compromiso oficial.
El combinado de Montenegro, que confía en el delantero del Juventus, Mirko Vucinic, para sellar su clasificación mundialista, se medirá con Ucrania en junio y podría ampliar entonces a cinco puntos su ventaja respecto a Inglaterra, que no retomará la carrera hacia Brasil hasta septiembre, ante Moldavia.
En ese tiempo, el técnico Roy Hodgson deberá volver a empezar una vez más el trabajo de convencer tanto a los aficionados como a sus propios jugadores de que la renovación que ha iniciado su equipo está destinada a devolver a Inglaterra a la lucha por los torneos internacionales.
El punto de inflexión del recorrido de Hodgson como seleccionador -inició su trabajo al frente del conjunto inglés en mayo de 2012- se produjo a principios de febrero, cuando los suyos batieron en Wembley a la temible Brasil (2-1) y estalló la euforia en el Reino Unido entorno al conjunto de los Tres Leones.
El optimismo se disparó no solo por la victoria ante la “canarinha” en un encuentro que no pasaba de ser un amistoso, sino sobre todo por el juego brillante que desplegaron los ingleses y por la nueva generación de futbolistas que se dejó ver por encima de figuras indiscutibles como Wayne Rooney y Steven Gerrard.
El joven centrocampista del Arsenal Jack Wilshere, de 21 años, su compañero Theo Walcott, de 24, y el medio del Manchester United Tom Cleverley, con 23, acapararon los elogios de la prensa británica tras deslumbrar aquella noche en Wembley.
La victoria ante Brasil desató las esperanzas de los aficionados ingleses de que su selección vuelva a plantar batalla en al arena internacional después de dos décadas al ralentí.
Y es que Inglaterra ha cultivado en los últimos años su propia maldición de cuartos de final: no ha superado esa fase en un mundial desde Italia 1990, y en una Eurocopa desde 1996, cuando jugó el campeonato en casa y alcanzó las semifinales.
Quizás los jóvenes ingleses puedan cambiar esa trayectoria en Brasil 2014, pero el martes eran los veteranos quienes debían dar la cara ante Montenegro en el modesto estadio de Podgorica, un coliseo para poco más de 12 mil espectadores.
Walcott quedó fuera de los compromisos internacionales por una lesión en los abductores, mientras que Wilshere, con molestias en el tobillo, también quedó apartado de la convocatoria de Hodgson.
Así las cosas, Wayne Rooney aferró las riendas del equipo en los primeros minutos, atormentó a la defensa local y marcó el único gol inglés del encuentro, pero se fue apagando paulatinamente y en la segunda parte se sumó al letargo general de su equipo.
Ni el capitán del Liverpol Gerrard, ni el defensa del Chelsea Ashley Cole, ni el medio del United Michael Carrick supieron cambiar la dinámica de su equipo en una segunda parte en la que Montenegro derrumbó la estructura que había organizado Hodgson.
El mensaje del seleccionador a los veteranos fue claro: era su responsabilidad levantar la eliminatoria, y renunció a dos de sus cambios para que fueran los jugadores que estaban en el campo quienes solventaran la situación que se había creado después de que Inglaterra creyera en el descanso que el trabajo ya estaba hecho y se relajara de cara al segundo tiempo.
Hodgson solo perdonó al joven Cleverley, que salió del césped a mitad de la segunda parte para dar entrada al más veterano Ashley Young.
Tras el encuentro, el técnico fue también claro: “Había mucha experiencia sobre el campo y creo que durante la primera parte lo demostramos. La clasificación está en nuestras manos”, señaló Hodgson.