El Chelsea cumplió este sábado el sueño que había acariciado durante varios años al lograr su primera Liga de Campeones, tras imponerse en los penaltis por 3-4 al Bayern Múnich tras un tiempo reglamentario y una prórroga en la que había cultivado con éxito su fútbol defensivamente seguro y ofensivamente minimalista.
El marfileño Didier Droga estará asociado al título del Chelsea al marcar el gol del empate en el tiempo reglamentario, cuando todo parecía hecho a la medida para el Bayern, y convertir el penalti definitivo.
El otro nombre clave es el del meta Petr Cech, por su actuación en el partido y en los penaltis.
El Bayern se apropió desde el comienzo del partido del balón y del campo mientras que el Chelsea se dedicó a defender, tratando de repetir la fórmula que terminó dándole éxito ante el Barcelona.
Los ingleses defendían con ocho y nueve hombres, hacían de su propia área una especie de bosque de piernas y esperaba posibilidades de contragolpe ante las que el Bayern se mostró bastante atento en defensa.
Los bávaros, por su parte, hacían circular la pelota esperando que se crearan espacios para entrar al área, procuraba llegar por las bandas a través de Franck Ribery y Arjen Robben y generaba un saque de esquina tras otro.
La primera ocasión clara la tuvo Robben en el minuto 21 tras asociarse con Ribery y rematar desde una posición prometedora. El meta del Chelsea, Petr Cech, reaccionó con una buena parada desviando la pelota contra el poste.
En el 36, Thomas Müller remató desviado desde buena posición tras recibir un centro de Diego Contento desde la banda izquierda y, en el 42, fue Mario Gómez el que remató por encima desde muy buena posición tras una jugada iniciada por Robben.
El Chelsea, mientras tanto, solo llegó una vez en los primeros 45 minutos, con un disparo de Salomon Kalou que contuvo el meta Manuel Neuer, y únicamente en la parte final de la primera parte empezó a intentar hacer algo en ataque.
Cuando los equipos se fueron al descanso, al Bayern sólo le faltaba el gol y lo que único que podía tener satisfecho al Chelsea era tener todavía su valla imbatida.
En la segunda parte, el Chelsea salió un poco más atrevido pero, en términos generales, el sitio al área inglesa continuó. Lo que ofreció el Chelsea fue cosa de los primeros minutos -lo más notable fue un remate de Didier Drogba desde 30 metros- y luego se volvió el mismo libreto de la primera parte.
El Bayern asediando y el Chelsea defendiendo y esperando un posible contragolpe que buscaba con balonazos largos hacia Drogba.
En el 83, el partido pareció terminarse cuando el Bayern abrió el marcador con un cabezazo de Thomas Müller pero el Chelsea volvió a mostrar que cuando se ve obligado a buscar el gol tiene reservas para hacerlo.
En el minuto 88, en el primer saque de esquina a favor del Chelsea a lo largo del partido -el Bayern había tenido 17 a su favor- llegó el empate con un cabezazo de Drogba.
Los minutos finales del tiempo reglamentario fueron más del Chelsea que trató de aprovechar, sin conseguirlo, la consternación del Bayern cuya afición empezó a sentir como un fantasma aquella derrota de Barcelona en el tiempo de descuento contra el Manchester United.
En la prórroga, el Chelsea salió mucho más ofensivo que lo que se había mostrado en los noventa minutos pero, en el minuto 93, el Bayern tuvo una gran ocasión de irse en ventaja por un penalti que se produjo por una falta de Drogba contra Ribery.
El penalti, sin embargo, terminó favoreciendo a Chelsea, psicológicamente porque Cech paró el disparo de Robben y además porque Ribery tuvo que dejar el campo lesionado.
Hubo todavía dos ocasiones más para el Bayern antes de llegar a los penaltis. Una del croata Ivica Olic en el 108, que remato desviado desde unos cinco metros y otra en una llegada de Philipp Lahm por la izquierda en el 112 con un centro que alcanzó a interceptar David Luiz antes de que llegara a Mario Gómez.
Después llegaron los penaltis y el Bayern logró ventaja; Neuer paró ante Juan Mata, pero luego Cech emparejó las cosas al parar el disparo de Olic.
En el último lanzamiento, Schweinsteiger estrelló el balón contra el poste y Drogba convirtió el suyo y le dio el título al Chelsea.