El Celtic ganó al Spartak de Moscú 2-1 de forma agónica, con un gol de pénalti a falta de diez minutos para el final, y regresó, tras vencer a la presión y a la incertidumbre, a los Octavos de la Liga de Campeones cinco años después de la última vez, en 2007.
El estadio Celtic Park, siempre lleno de aficionados incondicionales, esperaba vivir una noche mágica para su club. La oportunidad era única. El Spartak, desahuciado, era el rival perfecto. Los escoceses dependían de sí mismos y además podían mirar de reojo al Benfica, que se lo jugaba todo en el casi inexpugnable Camp Nou.
Con la tranquilidad que brindaba ese enfrentamiento de los portugueses ante el Barcelona, el Celtic inició el duelo con ganas de acabar por la vía rápida sin tener que depender de nadie. Desde el pitido inicial dominó el partido y no dio apenas opciones al equipo que entrenó hasta no hace mucho el español Unai Emery.
En el minuto 21, se pusieron las cosas de cara para el cuadro que dirige Neil Lennon. Su delantero, Gary Hopper, batió a Pesyakov y llevó la locura a las gradas con su gol. En ese momento, el Celtic estaba clasificado. No tenía que esperar ningún favor del Barcelona. Todo parecía hecho.
Pero la fiesta se torció en un momento psicológico. Justo antes del descanso, el brasileño Ari subió el empate al marcador que cayó como un jarro de agua fría en las filas escocesas. Con el Benfica empatando en Barcelona, había que empezar de nuevo.
El Celtic comenzó el segundo acto en un estado de ansiedad permanente que se fue acrecentando conforme llegaba el final. Los marcadores no cambiaban y el sueño se apagaba poco a poco. El público mascaba la tragedia y algunos mojaban su rostro con lágrimas.
Pero a diez minutos del final, cuando parecía imposible traspasar la barrera del Spartak, un penalti sobre el griego Samaras obró el milagro. Con incertidumbre, Commons transformó la pena máxima para convertirse en el héroe del partido. Después, no pudo celebrar el pase junto a sus compañeros, una entrada terrible de Kälstrom le obligó a salir del campo en camilla.
Sin embargo, ese golpetazo no pudo oscurecer la alegría de los miles de escoceses que celebraron el pase de su equipo a los Octavos de Final. Todo un logro que seguro que el cantante Rod Stewart, aficionado incondicional del Celtic, celebró con mucha más intensidad que cuando lloró después de la victoria de su equipo ante el Barcelona.