Cd. Victoria, Tamaulipas.- El amor en todas sus expresiones es el sentimiento que produce los mayores y mejores momentos de felicidad. Es el autor de suspiros y sonrojos, alegrías y ¿porque no? tristezas.

En el fútbol conocemos el amor más inexplicable que se pueda vivir, amas a la pelota entrando en la red, amas el triunfo, amas a tu equipo y lo sigues amando aún después de una triste derrota.

Un futbolista, ama el balón, ama los partidos, ama el triunfo, ama el fútbol y ama a su más grande admiradora, incondicional y fiel aficionada, su esposa.

A ella, quien está en los triunfos y derrotas, quien soporta la frustración de un partido mal jugado o un entrenamiento pesado, ella quien alienta mientras los demás desacreditan, quien renuncia a la cercanía de su familia para aventurarse una y otra vez a conocer ciudades diferentes y quien de la mano sortea cada seis meses la incertidumbre.

Amor es reírse.

Ser la compañera de vida de un futbolista es una tarea difícil pero de lo más emocionante, en este viaje Gaby Batocletti, esposa de Lucas Ayala, nos platica su historia de amor.

Con un matrimonio de 15 años y un noviazgo de 6, además de dos pequeños, Gaby no titubea al decir que decidir ser parte de la vida de Lucas y formar una familia para siempre, fue la mejor decisión de su vida.

Esta historia de amor inicio, cuando Lucas Ayala llegó a México de Argentina en 1995.

Osvaldo Batocleti, ahora su suegro, lo invitó a una comida en su casa, donde por primera vez vio a Gaby.

“Me enamoró su manera de ser, es una mujer muy determinante y segura, muy trabajadora y siempre encuentra la manera de sacarte una sonrisa, incluso en los peores momentos”.

La tercera vez que se vieron bastó para iniciar su noviazgo, el estadio universitario fue el escenario.

Gaby se cautivó por ver en Lucas un joven que se la jugaba por lo que quería.

“Un chico perseverante y que no se da fácil por vencido, alguien con quien siempre puedes contar y sobre todo amo su sentido del humor”.

El tomar la decisión más importante de sus vidas fue claro para ambos y fue precisamente aquí en Ciudad Victoria donde Lucas le pidió matrimonio a Gaby, quien le dio el sí sin titubear.

“Ya no quería que estuviéramos lejos, pusimos fecha y nos casamos el 23 de Junio de 2001”.

A partir de ahí, empezaron a escribir el libro más completo y de aventuras que existe, un libro lleno de alegrías pero también de sacrificios.

Para Gaby, lo más importante es tener la humildad de reconocer tus equivocaciones.

“La confianza y la comunicación, son los pilares de nuestra relación, el saber pedir perdón y el saber que el matrimonio hay que cuidarlo todos días”.

Y Lucas basa su matrimonio en “trabajar siempre como un equipo en las buenas y en las malas, con amor, comprensión, lealtad y sobre todo diversión”.

Gaby toda su vida ha estado ligada al fútbol, por eso la familiaridad de saber sobrellevar las adversidades que en ocasiones se viven por el fútbol.

“El matrimonio es tan fácil o difícil como uno quiera hacerlo; yo aprendí mucho de este medio viviendo con mis papas, quienes tienen 43 años juntos también en este medio, pero la profesión es lo menos importante”.

Es difícil para los dos, definir qué es lo que más aman uno del otro y ambos coinciden en la misma faceta, el ser padres.

Lucas, “su forma de ser, es una mamá maravillosa, está siempre al pendiente de los nenes y de mí, ¡Es de fierro!”.

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Dios, Amor, Felicidad

“El amor es el sentimiento más poderoso, es lo más maravilloso que Dios pudo crear, es lo que te ayuda a vencer todo obstáculo”, así define Ericka, compañera de aventuras de Hugo Sánchez.

Esta historia se empieza a escribir en Monterrey, Nuevo León, cuando el ahora capitán de Correcaminos, formó un equipo de fútbol de niños de 11 y 12 años y el hermano de su ahora esposa, Ericka, formaba parte de él.

Ericka, recuerda cómo fue que Hugo, se animó a hablarle y aquí quien fue factor fue su ahora suegra.

“Al finalizar un entrenamiento fue el equipo a casa de Hugo y ahí mi suegra preguntó: ¿Niños quién tiene una hermana que le presente a Hugo? Y mi hermano y otro niño levantaron la mano, a partir de ese momento, Hugo me hizo invitaciones a salir por medio de mi hermano, y hasta que se animó a llamarme me preguntó si podía ir a mi casa a platicar”.

En aquellos momentos Hugo, pertenecía a Tigres y justamente estaba jugando la liguilla, tiempos de concentración de semanas. Desde ahí, Ericka conoció el sabor diferente que el fútbol impregna en las relaciones.

“Solo nos veíamos una vez a la semana porque se la pasaba en concentración y el resto de los días hablábamos por teléfono”.

Ericka recuerda perfecto el día en que Hugo le pidió que fuera su novia 14 de diciembre del 2001. El escenario , fue la final que Tigres jugó contra Pachuca,

“Me invitó a la final y fui a recoger los boletos al hotel donde se encontraba concentrado y ahí me pidió que fuera su novia”.

“Hugo se fue a jugar a Morelia y se presentó con el equipo en Diciembre 2006 y en enero del 2007 me pidió ser su esposa. Organicé la boda en 6 meses y nos casamos el 22 de julio”.

Para Ericka, todos estos años dentro del fútbol han sido de entrega total.

Las dificultades de estar casada con un futbolista, pasan a segundo plano cuando lo importante en ellos es mantener el amor.

“Ese sentimiento se aminora cuando lo que deseas es estar juntos, apoyarlo en todo lo que se presente y no me preocupa tener que estar cambiando de ciudad, si lo que está de por medio es una oportunidad de trabajo”.

Son nueve años de matrimonio, nueve años y dos hijos que los admiran enormemente, nueve años de entrega total, nueve años de amor y de ver el uno por las necesidades del otro.

A nueve años de estar casados y 15 de noviazgo, Ericka define a Hugo como el hombre que tiene todas las cualidades que siempre buscó.

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*Amar es, aceptar las diferencias.

Para Humberto Martínez y Reyna Jiménez, el amor ha sido la mayor fortaleza que tienen en la vida, la que los ha llevado a sortear cualquier obstáculo y que les ha regalado la plenitud de vivir, tres hijos a los que definen como maravillosos y una relación a base de confianza, de lealtad, compromiso y apoyo.

Para Reyna, la clave es encontrar que las diferencias en el matrimonio, sean llevaderas, el respeto de aceptarse con sus fortalezas y debilidades los hace un equipo fuerte.

“Sin lugar a dudas el compromiso de ambos por llevar nuestra relación a algo sólido y duradero; el amor, la confianza y el apoyo mutuo. Darnos cuenta que somos diferentes, pero amar, respetar y aceptar esas diferencias y percatarnos que se minimizan cuando al estar juntos nos engrandece más como pareja”.

Humberto conquistó a Reyna, por medio de las atenciones, de la constancia, de estar siempre ahí.

“Debo confesarte que una de las cosas que más me enamoraron, fue su sonrisa, su buen sentido del humor; es un caballero en toda la extensión de la palabra, siempre atento y pendiente de mi”.

A la fecha tienen 14 años de novios, pues sin importar que cuatro años después de iniciar su noviazgo, se casaran, su relación la definen así. Enamorándose día a día.

“A los 3 años de noviazgo Beto me propuso matrimonio, la respuesta fue inmediata, el sí no se hizo esperar, teníamos una muy bonita relación; sin embargo aún me falta un año para terminar mi carrera, así que ese año lo tomamos para planear nuestra boda, nos casamos el 10 de junio de 2006”.

Hoy Reyna se declara totalmente enamorada de su esposo, de su novio, quien la ha apoyado en su búsqueda de ser mejor mujer, quien la llena de amor a diario demostrándole que juntos pueden con todos los obstáculos que se les presenten.

El amor es el sentimiento que unifica creencias, es la forma de vivir sin condiciones, sin ataduras, un ejercicio de entrega total, encontrar en tu vida a la persona que te complemente y que juntos logren una historia que si bien, no sea color rosa, si sea un cuento de aprendizaje y de salir adelante frente a todo. Que te haga sentirte orgulloso de ti mismo y de tu compañero de vida.

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