Por: Guillermo Rodríguez

Cuando una temporada termina sin números positivos, el pensar del aficionado es “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, hecho que evidentemente no ocurre y, que obviamente, no se deben de ir todos.

Los que se deben de ir son los que no rindieron, tanto dentro, cómo fuera de la cancha, aquí es donde debe haber un análisis verdadero y,así, cómo hay cambios de entrenadores, auxiliares, jugadores y cuerpo técnico, también debe haber, bajo ese parámetro, cambio en puestos directivos.

Es tiempo de hacer una evaluación de rendimiento, ver las estadísticas de los jugadores para definir quienes cumplieron y quienes no, además, de estar también en evaluación la persona que los trajo, que haya paridad en ese sentido.

Aciertos; Alexis Andrade, Ronaldo González, Eric Cantú y Martín Zuñiga, todos ellos con buen desempeño,  mucha participación y marcando diferencia.

Desaciertos; Carlos Cuero con 47 minutos en acción en tres partidos, Madrigal con sólo un gol, Guamerú García con poca participación, un gol en el clásico e hizo acción de disculpa por anotar a su anterior equipo.

En una entrevista le preguntaron a un político que él había ocupado puestos en dónde no cumplía con el perfil, puestos que iban desde un departamento de salud, como de agricultura o economía, pero que había desempeñado buen papel,dando resultados; a lo que el político contestó que el punto era rodearse de personas realmente preparadas en el ramo y que él sólo ejercía liderazgo. Muchos se rodean de personas que dicen saber y, no, lo único que hacen es llevarlas al fracaso.

Malibran ya debió de haber detectado quien no le ayuda en un puesto administrativo, hacer a un lado a esa, o esas personas, y rodearse de gente que sí le sumen en lo deportivo.

Por lo que se ha visto desde agosto a la fecha, es evidente que debe haber cambios de algunos jugadores y también en algún puesto jerárquico.

NO HUBO REACCIÓN

Ni dentro, ni fuera de la cancha hubo reacción en el último partido de la temporada regular en donde Correcaminos buscaba su calificación al repechaje ante Alebrijes.

El conjunto oaxaqueño cometió algunas pifias que Correcaminos no supo aprovechar. El inicio del segundo tiempo fue donde el equipo naranja mostró argumentos que hacían pensar que podrían inclinar la balanza, sin embargo, ambos equipos hicieron cambios; Alebrijes mejoró y Correcaminos perdió poder ofensivo, sobretodo en el caso de Cuero donde hasta sus propios compañeros mostraban su descontento cuando perdía la pelota y tenían que luchar de nueva cuenta para recuperar el balón. No hubo reacción y Correcaminos terminó cayendo 0-1 para así quedar eliminado y dar otra mala campaña.

Tampoco hubo reacción fuera de la cancha con los elementos de seguridad. La bronca inició y se reinició varias veces y la seguridad no intervino, sólo hablaban por sus radiocomunicaciones para señalar el punto del conflicto pero no entraban en acción para poner fin a la gresca. Mucho por hacer en ese sentido.

NO APRENDEMOS

El fútbol es un catalizador de emociones, pero no hemos aprendido a canalizarlas de una buena manera y las desbordamos de  una manera atroz; el fútbol y los futbolistas no son los causantes de nuestras frustraciones. Hay que aprender a saber exigir buenos resultados, pero la vía de la violencia física y verbal no es el camino y jamás debería ser una opción; lamentablemente es la manera más recurrente y corremos el riesgo de ver lo recurrente como algo normal.

Las medidas tomadas por la Liga no llegan ni a “mejoral”.