Cuando tu trabajo es informar la objetividad es fundamental. Busco siempre seguirla. Separar sentimientos de mi visión como reportera.
Pero hoy comparto lo que se siente fuera de la cancha, lo que se vive de la mano del trabajo, lo que se disfruta con amor. Lo que como mujer disfruto dentro del fútbol.
Llegar al estadio Marte R. Gómez tiene un sentimiento especial para quien escribe estas letras, primero porque desde pequeña disfrute de los partidos de Correcaminos, al asistir de la mano de mi madre se formó un lazo que no se borra, segundo, porque cuando amas tu trabajo, disfrutas cada parte de él, amas el escenario donde te desempeñas y tercero porque cuando además de ser tu trabajo y tu pasión encuentras un motivo más para disfrutar y amarlo, todo tu sentimiento está en un mismo lugar y aquello se convierte en un alucinante momento.
Agradezco el tener la oportunidad de ingresar a la cancha, existen muchos sentimientos que respiras al estar al borde del césped, la emoción de escuchar y ver de cerca las reacciones dentro del juego, ver de cerca la desesperación, la alegría, la tristeza, la derrota y el triunfo, capturar estos momentos, el minuto exacto de un gol, una falta o la disputa del balón, son detalles que se quedan impregnados en ti.
Ahora que dentro del campo existe una razón más para que mis sentidos se agudicen, imagínese lo que su servidora siendo mujer siente.
Les cuento que para mí, la mejor parte del partido de la jornada uno, fue el primer gol, ese tiro que por el zapato del camiseta 22 entró en la red dibujando el 1-0 del encuentro, ese gol dedicado a quien pronto llegará a nuestras vidas. Una bendición.
No pude hacer más que sonreír, y quedarme helada, paralizada, sin creer todo lo que en mi sentía, ni siquiera tuve tiempo para que brotaran de mi las lágrimas, ese momento de disfrutar un gol tan de cerca, de mi equipo y que el autor sea quien es también el autor de mi hijo, ya es bastante apremiante.
Escuchar a la afición corear el gol me hizo sentirme como en una película, todo lo vi en cámara lenta, desde el disparo hasta el festejo, las gradas, los jugadores y mis compañeros captando el momento con su flash, yo, ni la cámara toqué.
Realmente una experiencia que jamás se borrará de mi memoria y que cada que revivo el momento es como si estuviera regresando la película.
Mi gusto por el fútbol inició desde pequeña, cuando solo sabía que había que meter goles y gritar. Jamás imaginé que la vida me permitiera reunir todas mis actividades, mis pasiones y el amor en un solo lugar.
Hoy solo cuento una historia diferente, lo que como mujer sentí, comparto con ustedes la maravilla de tener todos tus sentidos y afectos en un mismo lugar, que para rematar es el bendito fútbol.
La cancha y el fútbol, un escenario que además de ser mi fuente de trabajo, son mi vida y amor.