Los Guerreros lo lograron. Santos Laguna se coronó campeón del Torneo Clausura 2012 en dramático encuentro ante los Rayados de Monterrey que terminó con marcador de dos goles a uno para los de La Comarca y en el Global tres a dos.
El cuadro de La Comarca sumó su cuarto campeonato ante unos Rayados que dejaron todo en la cancha y que cayeron con la frente en el alto. Primer título para Benjamín Galindo, primer campeonato en el TSM Corona, primera Final perdida para Víctor Manuel Vucetich.
Daniel Ludueña comenzó la fiesta temprano con anotación para los coahuilenses al minuto cinco. Luego apareció el hombre del momento para los albiverdes, Oribe Peralta, con gol al 64’. Pero los Rayados nunca bajaron los brazos y Aldo de Nigris acortó al 78’ con remate cruzado que llenó de nerviosismo el TSM Corona; ya no le alcanzó a los regios.
Partido
Intensidad y nerviosismo se respiraba en la cancha del TSM Corona, los Guerreros tenían todo el apoyo de su feudo ataviado en blanco y verde, pero los Rayados mostraban peligro cada que tomaban el balón en el inicio de la Gran Final del Torneo Clausura 2012.
El estruendo que detonó el Estadio al minuto cinco cimbró la calma del desierto coahuilense. Daniel Ludueña pegó la redonda a su botín y como si estuviera en el barrio fue sembrando defensas para definir con disparo seco a la salida de Orozco; los Guerreros ganaban uno a cero ante su gente.
La respuesta de los Rayados no se hizo esperar, la escuadra de Víctor Manuel Vucetich se acercó al empate en un centro desde la banda derecha que Aldo de Nigris alcanzó a peinar a segundo poste, El Chupete Suazo llegó tarde a la cita y no pudo empujar.
Monterrey no bajaba los brazos, los regios volvieron a tocar la puerta albiverde al 16’, momento en el que Jesús Zavala ganó la posición en el área local y metió testarazo que se fue a centímetros del poste por fuera.
La Presión de La Pandilla era incesante, Ángel Reyna y Luis Pérez estaban adueñados de la media cancha y empujaban a su escuadra al frente. Santos estaba a la espera de un latigazo con Quintero u Oribe para decretar el segundo de la tarde.
Cuando parecía que Monterrey estaba más cerca de la igualada Santos mostró su músculo con balón filtrado a Quintero al 35’, el sudamericano se plantó frente a Orozco y detonó el cañón estrellando su remate en la pierna del cancerbero visitante. El juego estaba de ida y vuelta.
Para la segunda mitad Vucetich echó mano de todo su arsenal, a la cancha entraron Cardozo y Delgado para acrecentar el acecho al marco de Oswaldo Sánchez; los pupilos de Benjamín Galindo aguantaban estoicos en su terreno.
Un latigazo al 61’ encontró a Darwin Quintero uno a uno frente a Walter Ayoví, el santista acarició con tiza la de gajos buscando techar desde lejos a Orozco, la pelota se fue encima del travesaño.
Pero la noche de La Laguna no podía seguir más tiempo sin su hijo predilecto y Oribe Peralta dijo presente al 64’. El ariete de La Comarca realizó pared con Ludueña y aguanto la férrea marca de Basanta y de Mier para conectar la redonda cayendo y ponerla justo en la base del madero para el dos a cero en la pizarra.
La afición de Santos festejaba y cantaba en las tribunas por la cercanía del título cuando Aldo de Nigris revivió a los Rayados al 78’. El jugador regiomontano se botó por un baló a la media luna y con determinación se hizo espacio para cruzar disparo potente que retumbó en la red de casa con el primero de los regios. La pizarra estaba dos a uno para Guerreros y tres a dos en el Global.
Quintero pudo matar el partido al 85’ luego de una escapada de Rodolfo Salinas que terminó cediendo regalito al veloz delantero albiverde, Darwin recibió y conectó por el tercero estrellando el balón en la humanidad de Orozco que salvaba su valla.
Los últimos minutos fueron de dramatismo para los Guerreros, el cuchillo en la boca y el corazón por delante fue el sello de los de casa para aguantar los embates de unos Rayados con veneno en cada llegada.
Roberto García Orozco sopló su silbato justo después de que el tercero se le negara a Ludueña con disparo desde la media cancha y de que Oswaldo volara para quedarse con el último intento de Monterrey.