Un gol puede cambiar historias completas en cuestión de segundos. Puede hacer pasar de un partido tedioso y peleado con el espectáculo a uno mucho más abierto, digno de Final, en el que dos equipos se dejan de especulaciones, se encaran, disputan cada balón con mayor intensidad y buscan el arco rival sin dudar. Eso ocurrió en Monterrey con unos Tigres que lo intentaron un poco más y se llevaron el premio mayor en la Final de Ida contra el América, en la que dieron con las redes, festejaron el tanto y están a 90 minutos de alcanzar la gloria en este Apertura 2014.
Antes del tanto, poco y nada ocurrió sobre el campo. El espectáculo estaba más bien en las gradas del Universitario, donde la afición hacía su juego aparte en una Final en la que ya se preveían pocos goles, escaso juego ofensivo y más bien una disputa táctica comandada desde los banquillos. Al final, en esta ocasión, la ganó Ricardo Ferretti.
Y lo logró el Tuca fiel al estilo que caracterizan a sus equipos: bien plantados en defensa, fuertes en el mediocampo y veloces por las bandas en el ataque. Primero, como lo mandan los cánones, se trata de defenderse bien y después pensar en atacar. En eso, en alguna eventual pincelada de su gente a la ofensiva, llegaría el objetivo de las redes. Y así ocurrió después de todo.
Mohamed aseguró en la semana que tenía la fórmula para atacar a los dirigidos por Ferretti. Al menos después de estos primeros 90 minutos, las Águilas no encontraron la manera y en realidad ni siquiera se acercaron a causar algo más que un pequeño susto ante la valla de Nahuel Guzmán.
El América se ahogó en sus propias ideas y hasta en sus mismos intentos. No sabía por dónde atacar. Miguel Layún era el hombre que más se movía por el campo, pero lograba el mismo éxito por derecha que por izquierda y hasta cuando lo buscaba por el centro: nada para destacar. Con ello, era obvio que como resultado Luis Gabriel Rey y Oribe Peralta tuvieran muchos menos balones para crear alguna acción de peligro.
Ya logrado ese objetivo de anular al cuadro azulcrema y hacerlo ceder un poco en su campo, llegó el momento adecuado para atacar, buscar el gol de la diferencia y volver a cerrar el candado. Fue cuestión de segundos, de una jugada, de un momento de lucidez y punto. Damián Álvarez desbordó por la banda, dejó en el camino al joven Ventura Alvarado y centró para que Joffre Guerrón rematara de cabeza y venciera a Muñoz. La batalla estaba culminada.
El gol lo cambió todo, sobre todo en el aspecto negativo para el América, que se quería negar a perder, pero su reacción ya lucía un tanto retrasada. Mohamed lo intentó con Arroyo y Sambueza, pero el daño ya estaba hecho. Los de Coapa buscaron respuestas a la desesperada y se toparon con pared.
Lo que restó para los felinos fue volver a resguardarse en su cueva y buscar algún latigazo de los velocistas. Guerrón y Burbano siempre fueron una amenaza y además jugaron con la desesperación americanista. La meta, ahora, está mucho más cerca, con una mínima diferencia que al ser de parte de Tigres, parece suficiente. En 90 minutos en el Azteca está por definirse eso.