El abrirse paso en todos los órdenes de la vida para la mujer ha sido toda una lucha de largo tiempo.
En el deporte no es la excepción, y aunque tardó en trascender, en la actualidad es indiscutible su penetración, hoy, las vemos desde meter un gol en el futbol hasta conectar un jab en el boxeo.
Para México su presencia en la actividad física es un bálsamo porque gracias a ellas nuestro país tiene representación internacional en varias disciplinas, y para no ir tan lejos, en las últimas dos ediciones de los Juegos Olímpicos, Atenas 2004 y Beijing 2008, la aportación femenina en medallas es de 71.4 por ciento, es decir, de las siete preseas, cinco son obra de mujeres.
En Atenas 2004, las medallas fueron producto de Ana Gabriela Guevara en atletismo (Plata), Belem Guerrero, ciclismo (Plata), Iridia Salazar, taekwondo (Bronce), mientras la de los hombres fue de Óscar Salazar, taekwondo (Plata). En Beijing 2008, las preseas las consiguieron María del Rosario Espinoza, taekwondo (Oro), Paola Espinosa y Tatiana Ortiz, clavados sincronizados (Bronce) y Guillermo Pérez, taekwondo (Oro).
Y es curioso que en un país “machista” como México la mujer tenga un protagonismo determinante en la vida deportiva. Una contundencia que inició la levantadora de pesas, Soraya Jiménez, al ganar en Sydney 2000 la primera medalla de oro para una mujer mexicana en Juegos Olímpicos.
No obstante de que México tuvo a la primera mujer en encender un pebetero olímpico con Enriqueta Basilio en los Juegos de 1968, y sin menoscabo de las primeras medallas femeniles alcanzada en dichos Olímpicos por la esgrimista Pilar Roldan (Plata) y María Teresa Ramírez en natación (Bronce); el acontecimiento del oro de Soraya es el parteaguas que necesitó la mujer mexicana para involucrarse de lleno al deporte como una actividad profesional.
En el ámbito del deporte profesional no se puede dejar de mencionar a la golfista Lorena Ochoa, mostrando al mundo que la mujer mexicana puede colocarse en los primeros planos de cualquier competencia por más elite que ésta pueda ser.
Por supuesto, existen otras atletas mexicanas que contribuyeron en gran forma para abrir brecha en el deporte nacional, tal es el caso de Nancy Contreras en ciclismo o una Aurora Bretón en el tiro con arco.
En la actualidad es imposible entender la evolución del deporte mexicano sin la presencia de la mujer. La furia y tenacidad para competir tiene a damas como Paola Espinosa en boga, María del Rosario Espinosa y Lorena Ochoa en el corto pasado y Ana Gabriela Guevara en la primera mitad de la década del 2000, como los rostros visibles en el concierto internacional del deporte nacional.
No se pueden olvidar a las reinas de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 como Paola Longoria en racquetbol, ganadora de tres medallas de oro; Samantha Terán en squash; Marisol Romero, atletismo; Alejandra Valencia, tiro con arco, y Cynthia Valdez, gimnasia rítmica, con dos oros cada una de ellas.
En el resultado histórico de México en los Juegos de Guadalajara 2011, de las 133 preseas alcanzadas, 70 fueron producto de mujeres con 20 oros, 22 platas y 28 bronces, desde luego debemos añadir que de los 638 deportistas, 275 fueron mujeres, dato que en porcentaje (43.10 por ciento) resalta todavía más su participación en cuanto a resultados.
Si bien es cierto que la mujer escaló lugares importantes en la cancha y las pistas, también es importante decir que no han logrado dar ese paso hacia posiciones político-deportivas. De las 26 Federaciones Mexicana de Deportes del ciclo olímpico sólo dos, el 7.6 por ciento, están dirigidas por ellas, que son la de tiro con arco.o con arco.