Rafael Nadal se clasificó para las semifinales del Open de Australia después de doblegar en cuatro mangas a Tomas Berdych, rival al que ha ganado en sus últimos diez duelos. Al balear, campeón del torneo en 2009, sólo le separa de la final Roger Federer, verdugo de Juan Martín del Potro en cuartos de final.
Ataque, defensa, ataque, defensa, ataque, defensa… La táctica a seguir por Rafa Nadal parece debate nacional. Mientras se deshoja la margarita, el balear ha mejorado su actuación en Australia de los dos últimos años y se ha clasificado para las semifinales tras derrotar al checo Tomas Berdych por un marcador global de 6-7(5), 7-6(6), 6-4 y 6-3 tras cuatro horas y cuarto de juego en un choque disputado en una abarrotada Rod Laver Arena. “Pensaba que el línea había cantado ‘out’. No aciertas una, Carlos (Bernardes). No aciertas una”. Estas palabras las pronunció Nadal tras ceder la primera manga en la muerte súbita. El mini-break definitivo llegó después de una bola dudosa de Berdych en el fondo de pista que el balear pensó que había sido mala pero que no pidió pensando que el línea había parado el intercambio. Berdych aprovechó la coyuntura para tomar la iniciativa con un saque directo. Esto después de una hora de intercambios en el que Nadal fue de más a menos. Comenzó el partido fuerte, agresivo, sumando golpes ganadores y llevando la batuta de los puntos con una derecha mágica, pero se diluyó en el fondo de pista ante las embestidas del tenista checo. Pasó de atacar a defender, de jugar un paso por delante de la línea de fondo a hacerlo un paso por detrás. Incluso tuvo que salvar un 0-40 y una ventaja adversa en la antesala de la muerte súbita. De nada le sirvió en esta ocasión la épica hazaña porque fue el checo quien se llevó el set.
Con el enfado aún rondando en su cabeza, Nadal comenzó el segundo acto salvando un 15-40 en el juego inicial. Solventado el apuro y jaleado a sí mismo con un ¡Vamos! marca de la casa, el balear comenzó la reacción. Herido en su orgullo, puso corazón y ganas para firmar el primer break del duelo en el cuarto juego. A la ruptura le sucedió una concatenación de juegos en blanco que permitió a Rafa verse con 5-2 a su favor. El de Manacor, sin embargo, vio esfumada su renta. Berdych reaccionó a tiempo gracias a un servicio incontestable (llegó a sacar a 219 km/h) y haciendo valer su envergadura en continuas subidas a la red. No funcionaba la derecha paralela de Rafa, no aparecían los passings, no se esfumaban las dudas. Nadal pudo cerrar el set antes de llegar al tie-break, pero tuvo que recurrir a una nueva muerte súbita para poner el equilibrio en el marcador.
El inicio del tercer set marcó el punto de inflexión en el partido. La tempranera ruptura de Berdych hizo reaccionar a Nadal, que cambió el chip de manera inmediata. El combate cuerpo a cuerpo era demasiado exigente, suponía remar demasiado y el físico a estas alturas de temporada es toda una incógnita en situaciones límites. El reloj de arena se quedaba sin munición y el partido aún tenía por descubrir su sino. Rafa cambió de estrategia. Dejó de lado la potencia y recurrió a los efectos, un esquema del pasado que sirvió para desequilibrar la aún endeble mente de su rival, que vio como su rival firmaba cuatro juegos consecutivos para pasar del 0-2 al 4-2 y administrar la renta hasta apuntarse el parcial. Para entonces el box de Rafa respiraba (Toni Nadal, Miguel Ángel Nadal, Sebastian Nadal, Rafael Maymò, Joan Forcades,Benito Pérez-Barbadillo), tranquilidad certificada con un nuevo break en el comienzo del cuarto set. Costó mantener la ventaja porque Berdych nunca tiró la toalla, pero al final Nadal supo y pudo poner el broche. Para entonces, pasadas las cuatro horas, Nadal había dibujado restos ganadores, passhing-shots con efecto, derechas liftadas y reveses cruzados que recordaban a momentos gloriosos del pasado.
Con un plus de confianza, la que da haber superado la barrera de cuartos de final en la que se vio encallado en Melbourne las dos últimas ediciones (ante Andy Murray y David Ferrer respectivamente), Nadal se cruzará ahora con Roger Federer, un clásico del tenis que vivirá su vigésimo séptimo capítulo. En los anteriores, 17-9 para Rafa.