Volvió a experimentar esa sensación que le es tan familiar como dolorosa. Eso explica que Christian Giménez no haya necesitado muchos juegos para detectar que la Selección Mexicana no es muy sólida anímicamente.
Familiarizado con los derrumbes emocionales, a causa de su estadía en el Cruz Azul, El Chaco lamenta que el Tricolor haya viajado a Estados Unidos asfixiado por la presión, víctima de sus propias falencias en todos los ámbitos.
Teoría basada en esos tres terroríficos minutos del viernes, en los que Honduras sacó de la bolsa el triunfo a los entonces dirigidos por José Manuel de la Torre.
“Ya no hay margen de error, pero es el compromiso que tenemos: si ganamos los tres partidos, estamos dentro [del Mundial]”, recuerda el atacante. “El tema es que ya no salga de la boca, sino en el entrenamiento y ahí [en el campo], lo cual –hasta ahora— no hemos demostrado y nos duele”.
“Honduras nos llegó dos veces en el segundo tiempo y nos convirtió… Con lo que se desmoronó todo lo que hicimos. No estamos tan fuertes en eso [estado anímico]. A veces, cuando estás atrás, te convierten. Pese a todo, estoy convencido de que el martes le vamos a dar una alegría a nuestra gente”.