Explosivo, fuerte, dinámico, goleador como ninguno, el último ídolo del americanismo transformó las porterías contrarias en campos dinamitados por ese olfato depredador que lo caracterizó. Christian Benítez conquistó a la exigente afición azulcrema con tres títulos de goleo consecutivos y un trofeo de Liga, luego de llevar sobre sus hombros la insignia amarilla.
Tan difícil es ahora comprender su muerte como complicado resultó entender su partida de las Águilas. Juguetón, avispado, dedicado, así era el imponente “Chucho”, como lo conocían sus amigos. El ecuatoriano había dejado al América luego de cumplir su promesa de hacerlo monarca. Aferrado, repartió bombazos hasta imponer su ley aún sobre los rivales más acérrimos del popular club azulcrema.
Imposible olvidarlo ahí, sonriente, a un lado de las múltiples bancas fijas que sirven para apreciar de cerca los entrenamientos del hoy multi campeón club mexicano.
“Sí, la ilusión de uno es siempre marcar muchos goles y, a parte de eso, que el grupo camine y cuando todos andan bien y el equipo también, se consiguen toda clase de títulos. Esperemos al final del certamen que todo sea muy lindo”, dijo,en marzo pasado, cuando iluminó el clásico joven con un impresionante hat-trick frente al Cruz Azul, en lo que sería una probadita de lo que vendría después en la Liguilla del Clausura 2013, el cual conquistó.
Tal fue su sueño por trascender, que una vez cumplido cada uno de los propósitos trazados en el América, partió sin titubeos a Qatar, donde se enroló con El Jaish Sport Club. Allá, inesperadamente, encontró la muerte, ante la incredulidad del medio futbolístico mundial.
“Siempre me veo campeón, pero para eso hay que trabajar fuerte y hacer las cosas cada día bien. Para ello espero estar muy bien de salud, para alcanzar el objetivo junto con mis compañeros”, comentó después de aquel triunfo ante La Máquina y, al final del camino cumplió. El título es suyo y la inmortalidad… también. Descanse en paz.