No hay duda de que los esfuerzos del Gobierno de Mariano Rajoy por expandir la Marca España tienen un poderoso aliado en el deporte y, de forma especial, en algunas disciplinas acompañadas últimamente de éxitos notables como es el caso del fútbol.
La camiseta de la selección española se ha convertido así en una reconocida tarjeta de visita del país utilizada por el Ejecutivo en sus relaciones diplomáticas. Hoy ha sido el turno para la entrada de “la Roja” en el Vaticano.
Rajoy, sabedor de la afición futbolística del nuevo papa, le ha obsequiado con una camisola firmada por los jugadores españoles, un regalo que Jorge Mario Bergoglio ha dicho que sumará al que tuvo la semana pasada cuando recibió otra camiseta del club de sus amores y del que es socio: el San Lorenzo de Almagro, de Buenos Aires.
Será difícil competir en ese espacio del corazón futbolístico del pontífice, pero Rajoy la ha entregado orgulloso y como una muestra del potencial de España pese a que el país esté pasando un momento complicado debido a la crisis económica.
La crisis ha sido el hilo conductor de la conversación de veinticuatro minutos entre el presidente del Gobierno y el papa Francisco, que ha tenido la deferencia de que fuera Rajoy el primer líder europeo al que recibe tras el inicio de su pontificado.
Ambos han coincidido en mostrar su preocupación por las consecuencias de la crisis y por la situación político-institucional en España y, ante todo ello, han abogado por el diálogo social.
Ha sido el Vaticano el que ha ofrecido algún detalle de esa conversación, ya que fuentes de la reducida delegación española -formada sólo por nueve miembros, entre ellos la esposa de Rajoy, Elvira Fernández- han remitido a la Santa Sede en relación con el contenido de la misma.
Sí han explicado que, en la reunión posterior del presidente del Gobierno español con el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, la crisis económica ha estado también muy presente.
Con el papa, el jefe del Ejecutivo ha hablado de América Latina, el matrimonio, la educación religiosa, la familia.
Pero no ha trascendido comentario alguno parecido a la llamada que en Madrid ha hecho hoy al Gobierno el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco, quien le ha exigido una reforma de la legislación sobre el aborto, el matrimonio o la enseñanza tras considerar “insuficientes” los pasos que ha dado hasta ahora.
El ambiente en el Vaticano ha sido mucho más amable, excepto en algún episodio aislado como el vivido por los periodistas que han cubierto la visita.
En una práctica no habitual, han sido encerrados con llave por la Guardia Suiza en un pasadizo anejo al lugar al que ha llegado Rajoy hasta el momento en que el presidente hacía acto de presencia. “No es vuestra casa” , ha sido la respuesta ante la queja de los informadores.
Además de “la Roja” y de un facsímil de una joya de la Biblioteca Nacional de España como es una obra del siglo XVI de grabados de Francisco de Holanda, el presidente del Gobierno ha dejado sobre la mesa la reiteración de la invitación al papa para que visite España.
No ha habido respuesta por el momento, pero el Gobierno confía que próximamente se pueda concretar ese viaje.
Bergoglio ha respondido a los obsequios con rosarios para todos los miembros de la delegación española y con una pluma de los Museos del Vaticano para Rajoy, quien ha hecho un primer intento de abrirla pero que, ante la dificultad para hacerlo y a sugerencia de su esposa, lo ha dejado para más tarde.
Tras su conversación a solas con Rajoy, el papa ha departido con Elvira Fernández, con mantilla negra pero sin peineta y una de las dos mujeres que han integrado la delegación española. La segunda era la esposa del director del gabinete de la presidencia del Gobierno, Jorge Moragas.
Rajoy se ha despedido de Roma ofreciendo un almuerzo a Bertone en la embajada y con la convicción de que ha sido un día fructífero. Así se lo ha confesado al pontífice: “Una de las alegrías que hacen falta de vez en cuando” .