Un año Tricolor… de contrastes. La Selección Mexicana vivió los dos lados de la moneda en este 2023, pasó de un extremo a otro, experimentando el fracaso y la gloria en menos de 12 meses, teniendo en sus banquillos a dos entrenadores distintos en este lapso.
Con la salida de Gerardo Martino después del Mundial, la FMF hizo “un análisis profundo” para definir al encargado del nuevo proyecto del Tri que originalmente culminaría con la Copa del Mundo en 2026 a disputarse en nuestro país, Estados Unidos y Canadá.
Y para el mes de febrero saltó la primera sorpresa y equivocada decisión al elegir a Diego Cocca como el entrenador de la Selección, una decisión que desde el origen estuvo destinada al fracaso debido a que jugadores, prensa y afición lo último que querían era a otro técnico argentino en el banquillo debido al gris Mundial del ‘Tata’.
Al final, esa no era culpa de Cocca y con entusiasmo asumió el reto dejando botado el proyecto que recién le había ofrecido Tigres. Su primer reto fue clasificar al Final Four de la ‘Nations League’, logro que consiguió sin complicaciones ante Surinam y Jamaica.
Ya clasificado a las Semifinales, Cocca emprendió el viaje a Las Vegas, donde su apuesta le hizo perderlo todo. Es verdad que el estratega argentino llegó con pocas expectativas; sin embargo, nadie se imaginó que después de esa semana su etapa con el Tri llegara a su fin.
No obstante, había elementos sólidos para removerlo del cargo; primero porque el equipo nunca se sintió cómodo con su gestión y con la logística que manejó en esas concentraciones, y segundo y el más importante por la humillación y eliminación perdiendo 3-0 ante Estados Unidos.
La sacudida pegó fuerte en la nueva estructura que encabezaba Rodrigo Ares de Parga y provocó movimientos en los más altos niveles, por lo que de inmediato reajustaron y llevaron a Juan Carlos Rodríguez ‘La Bomba’ como el mandamás de la Federación y responsable de poner a Jaime Lozano de manera interina en el banquillo para dirigir la Copa Oro.
Con el Jimmy la historia fue totalmente diferente, y los cambios se notaron de inmediato, especialmente en el compromiso y actitud que mostraron los jugadores en la cancha, y es que con el estratega nacional las formas fueron otras, complaciendo en algunos aspectos el lado humano del futbolista.
Con un futbol efectivo, pero con algunos tintes que mostraban una mejoría en su funcionamiento, la Selección Mexicana avanzó hasta la Final, donde inesperadamente lo esperaba Panamá y no la selección anfitriona con quienes estaba la cuenta pendiente de ‘Nations League’; al final terminó levantando la copa regresándole la ilusión al país.
Con el título en la mano y especialmente con el respaldo de prácticamente todos los jugadores, se comenzó a pedir la continuidad de Lozano como técnico oficial para el reto de 2026, mismo que fue concedido por los dueños y directivos con la condición de no volver a pasar por lo vivido a mitad de año.