Me encanta el periodismo deportivo es una de las cosas que más me apasiona hacer, contar las historias de éxito de los deportistas, plasmarlas y crear reacciones sobre ellas, que se conozcan sus esfuerzos, es algo que disfruto mucho.
Lamentablemente no es bien valorado, se utiliza mucho políticamente, probablemente han escuchado frases como: “Un deportista más, un delincuente menos”, “es mejor un deportista jugando que un joven delinquiendo”, “es mejor un balón a un arma”, etc, etc, etc, de las muchas que se inventan en las campañas.
Sin embargo, creo que no magnifican el poder del deporte, siempre entiendo que los temas de seguridad, salud, educación, entre otros, son prioridad en los que llegan al poder, además, ahí es donde radican los grandes montos económicos; me queda claro que hacer deporte no acaba con los problemas del agua, o no hará que pasen por la basura a tiempo, pero si ayuda en la formación física y mental de las personas, algo que enferma y mata igual o más.
El periodismo deportivo se ha distorsionado, es un tema complejo, más con lo que ahora las redes te piden. Las métricas para conocer un buen periodista o cronista ya no son solamente el trabajo periodístico que realiza, a veces puede más el alcance que tiene en sus memes, no obstante, creo qué hay una balanza, que tiene que ser equilibrado, diría mi abuela “ni muy, muy, ni tan, tan.
Pocos entenderán el placer que da explicar el esfuerzo que realiza un maratonista en 42.195 kilómetros, dar seguimiento al equipo de fútbol de la ciudad y sufrir con sus aficionados, contar las historias de los campeonatos de “x” o “y” deportista y todos sus sacrificios, cómo le va a los de alto rendimiento de tu localidad en la élite mundial, o incluso como quedó el equipo de tu colonia contra el de otra zona de la ciudad.
Me tocó esperar a Maradona 16 horas y que no me de la entrevista, asistir a dos mundiales y no ver coronarse a mi país, acompañar al equipo de la UAT y ver las agallas que le metieron ante una selección top de un país dominante en la disciplina, estar en con el pitcher de la ciudad en la gran carpa, sentarme en el campo popular y ver forjarse campeones de barrio, llorar con atletas por sus victorias y también sus derrotas.
Sin embargo, aunque se ha menospreciado, o no se le dé tanta importancia, solo se use políticamente para salir en los triunfos, e incluso no se le aproveche en el fomento a la salud y desconocen cómo es de gran ayuda con los temas de seguridad… yo, en lo personal, sigo amando ser cronista deportivo.
Gracias a los que se acordaron… y saludos al que dijo que el deporte no era importante para los gobiernos.