‘En México le voy al Atlante’, ha asegurado Joaquín Sabina, uno de los hacedores de historias más exquisitos de la lengua hispana, en comentario que Pancho Varona, su inseparable amigo y casi hermano, ha reforzado: “Juntos vamos decidiendo en qué países somos de qué equipo. Llegamos un día a México y decidimos ser del Atlante porque teníamos un amigo que era el arquero”, dijo a Olé en septiembre de 2021.
Ese arquero al cual refiere Varona es Félix Fernández, referente histórico azulgrana, campeón de Liga en la temporada 1992-1993, quien logró colarse como pocos lo han hecho en la vida del cantautor español, hoy de celebración por su cumpleaños número 73.
“Para mí ha sido tremendamente honorable que me haya hecho un espacio en su vida, en su corazón”, comentó Félix Fernández en entrevista.
Un accidente, el punto clave
Para Fernández, es imprescindible remontarse a un hecho que le ocurrió en compañía de cuatro amigos cuando se dirigían a las playas de Zipolite, Oaxaca, en el que sufrieron un accidente que pudo resultar fatal y del cual salieron ilesos mientras escuchaban una y otra vez el disco ‘Física y Química’. Ese es el punto clave para que se entienda una relación que se sostiene al día de hoy, seguramente más enriquecedora para el analista de TUDN que para el cantautor.
“Se reventó una llanta en el coche y como llevábamos el volumen muy alto, no escuchamos. Yo iba manejando, el coche empezó a colearse, al grado de que hizo una especie de giros. Era una carretera de dos carriles y el coche terminó encima de un puente y a los lados había una caída de por lo menos entre 10 y 15 metros. No le pasó nada a ninguno, no venía ningún coche de frente ni atrás. Afortunadamente no sucedió nada catastrófico y me quedé con la idea de que Joaquín Sabina nos había protegido”, rememoró.
Félix trasladó esa vivencia a una columna del periódico El Financiero, combinada con algunas frases futboleras que ha lanzado Sabina, y que de alguna forma llegó a las manos de éste durante una gira que realizaba por México en 1996, previo a que se presentara en el Auditorio Nacional un viernes.
“Me fui con mis amigos y con mi novia al concierto, estábamos escuchándolo y de repente Joaquín Sabina me dedica una canción, y yo ¡’what’! Entonces ahí entendí perfectamente lo que significa que se te doblen las patitas. Estábamos de pie, me quedé sentado y todos dijeron ‘Sí, fue a ti’. Uno se queda el resto del concierto con el corazón latiendo, la taquicardia. Dije: ‘Eso se lo tengo que agradecer de alguna manera, pero ¿cómo?’.
Acercarse a Sabina, otro paso a dar
Durante años, Fernández buscó tener algún contacto con Sabina con cartas que nunca fueron contestadas, pero gracias a la dedicatoria vio que era un momento ideal para lograr su cometido. Primero fue con su representante, después al hotel donde se hospedaba en la Ciudad de México y al final al Tenampa, un tradicional recinto de la zona de Garibaldi, ya la noche del domingo y después de que los Potros le ganaran a Cruz Azul.
“Había unos cuantos comensales, pasaban las horas, estábamos tequileando y nada… De repente nos da la una de la mañana cuando llega toda la banda de Joaquín, con amigos, con representantes y fue muy curioso, porque nos quedamos viendo él y yo y nos quedamos viendo como si nos conociéramos de mucho tiempo. Me levanto de la mesa, viene hacia mí, me da un abrazo, le doy el suéter con el que había jugado ese día y los guantes. Él llevaba un chaleco negro, que al día de hoy lo tengo y lo uso, se lo quita, me lo pone y se pone mi suéter, y empezamos a joder con la noche”.
¿Y cómo se hizo atlantista?
Esa velada finalizaría con Félix “hecho pedazos” en la suite donde se hospedaba Sabina, para de ahí ya no separarse más. El segundo le dijo que lo quería como amigo, le dejó claro que algunos días le fallaría, pero eso no importó ya que la propuesta fue bien recibida. Hoy, las historias entre ambos, y otros amigos más que hacían las veladas de suma riqueza, se han vuelto incontables.
También le dio a Joaquín la posibilidad de acercarse al Atlante, equipo que por su tradición de sufrimiento y lejos de la opulencia se amoldó perfecto a su forma de pensar. Por eso se enamoró del Atlético de Madrid, equipo que hasta hace unos años sufría más que ser un constante en la parte alta de la tabla y por eso eligió en México al club que hoy juega en la Liga de Expansión.
“Las pláticas del Atlante siempre aparecen porque ha tenido oportunidad de conocer a compañeros míos o gente muy aficionada que va a los conciertos, porque no son pocas veces que vayan personas con su playera. Igual le cae bien la historia de un equipo así que rema contra la corriente, que camina sobre terrenos empedrados, que la tiene tan difícil, que pelea por los últimos puestos. Le cae bien y no tiene problema en decir que le va al Atlante”, sostiene Fernández, a quien le gustaría estar hoy junto a Joaquín para ver cómo la inspiración lo abraza para empezar a tejer historias y celebrar juntos un nuevo aniversario.