Cero y van tres oportunidades sin triunfo. Otra ocasión más para ganar en el Azul y La Máquina la volvió a desechar. Una nueva ilusión que se volvió a diluir para la afición celeste que sigue sin celebrar un triunfo en casa, luego de que su equipo haya sumado su tercer empate consecutivo, al igualar a un tanto contra el León.
El Cruz Azul no encuentra la fórmula en casa. Es víctima de su inoperancia a la ofensiva y sufre con ello cada que llega a casa y busca la victoria. Regresaron Corona, Aquino y Araujo que fue lo único que celebró la afición celeste, que se volvió a quedar con las ganas de los tres puntos en casa.
La Máquina sigue sin carburar en su ofensiva. Lo bien que cumple el equipo con Perea como baluarte en la defensa, falta en el ataque para redondear una actuación de principio a fin. El cuadro celeste sigue sin encontrar el rumbo y la imaginación parece estar depositada únicamente en los botines del lesionado Christian Giménez.
El Azul extraña más al argentino que a cualquier otro de sus elementos lesionados. La prueba es que no crea ni produce. Lo intentan con insistencia por las bandas, pero no basta con eso. Falta una pincelada especial, un último pase que abra las defensas rivales y provoque arribos con más idea para el equipo.
Omar Bravo no encuentra el balón ni su posición y Aquino y Vela no pudieron desbordar a placer, por lo que los centros a la cabeza de Pavone fueron escasos, casi nulos. El ataque, en pocas palabras, no tiene pies ni cabeza. Menos con los constantes pases errados de Torrado y Castro que limitan las llegadas siquiera a los tres cuartos de la cancha.
Y el León es completamente lo contrario. El equipo recién ascendido a la Primera División hace fácil lo más complicado. Juega al toque, sin precipitarse y en busca de lo explosivos que son Loboa y Burbano. Se coordinan y recorren las bandas, se acercan poco a poco.
El problema, en esta ocasión, se llamó Amaranto Perea. El central colombiano está convertido en una auténtica muralla que llega a todos los balones. Pueden eludir a sus compañeros, pero ‘Chocolatín’ siempre llega. El Azul reconoce lo bueno y siempre aplaude ante sus intervenciones. La respuesta a la buena marca defensiva del cuadro celeste es el cafetalero en buena medida.
Tanto así que tras su última participación en el encuentro, Amaranto ya no pudo más; pidió su cambio para darle su lugar a Néstor Araujo y la Máquina lo resintió de inmediato. El León no tardó ni un minuto en aprovechar la ausencia de Perea y mediante Montes se adelantó en el marcador.
El Azul de pronto se quedó incrédulo y no daba crédito a la visto. Habría que esperar que a alguien se le ocurriera algo inesperado que cambiara el rumbo del encuentro. Era cuestión de un chispazo, de una pincelada que sorprendiera a todos. Pablo Barrera se encargó de ello minutos después del tanto del León.
El ’17’ de la Máquina, que salió desde el banquillo, cobró una falta desde el costado izquierdo y en lugar de buscar la cabeza de alguno de sus compañeros, apostó por un tiro directo que sorprendió a Hernández y se coló en el ángulo superior izquierdo del meta de los Esmeraldas. Revivió la Máquina.
Con la igualdad, el cuadro celeste apostó por todas su fichas. Era más impulso y fuerza que ideas claras, pero valía para lo mismo. El intento no fue el que faltó, como tampoco pasó en las dos semanas anteriores, pero aun así no fue suficiente para encontrar la valla de nueva cuenta y el empate volvió a imperar en el marcador del Estadio Azul, que parece olvidarse de festejar un triunfo de su equipo.