Hablar del deporte adaptado enmarca una serie de experiencias inéditas, historias de sacrificio y de una verdadera pasión que mueve a los atletas con discapacidad para lograr lo inimaginable.
Su camino dentro de cada disciplina está marcado por dificultades no convencionales que cada deportista tiene que sortear para lograr sus sueños. Luchar contra las condiciones de su discapacidad al mismo tiempo de iniciar su transformación en deportistas.
Hace 42 años que México participó por primera vez en las paralimpiadas que se desarrollaron en Münich, Alemania.
En Tamaulipas existen más de 275 mil 485 personas en estas condiciones, de los cuales cerca de 50 se desarrollan en alguna disciplina deportiva a nivel competitivo.
Un joven de carácter, entregado, de retos y de cualidades deportivas innegables, son las palabras que describen a Bryan Eleazar Arellano Rodríguez.
Un atleta ciego que se ha desenvuelto en la disciplina de atletismo con grandes sorpresas pues su talento innato que ha combinado con su entereza, lo han llevado a conseguir subir al podio.
Fue un pequeño prematuro, que a los siete meses llegó al mundo con una condición diferente, un infarto lo mantuvo en incubadora y medicado, las complicaciones en el parto habían repercutido en su vista, discapacidad que fue detectada hasta los tres años.
Su madre María Guadalupe Rodríguez Flores lo describe como inquieto y muy inteligente.
“El corría por todos lados, pero mi esposo se dio cuenta que chocaba mucho con cosas, muros, paredes, fue muy difícil pero nos pusimos a atenderlo y buscar por todos lados los recursos para sacarlo adelante”.
De ahí el diagnóstico fue desafortunado; “Retinopatía del prematuro”, palabras que en su momento sus padres trataron de asimilar de la mejor manera, pues de ahí en adelante tendrían que luchar contra el tiempo, condiciones sociales, recursos económicos y la nula vista de su pequeño.
“Yo hice de todo para conseguir lo necesario y que mi hijo fuera operado para que eso poquito que veía en un ojo no lo perdiera totalmente, nos fuimos a México y allá lo atendieron, soy la más orgullosa de verlo ahora como su discapacidad solamente me ha dado armas y más ganas de salir adelante”.
La vida para Bryan cambió, tuvo que crecer con el ojo izquierdo con nula visibilidad y el derecho con 0.3 por ciento de vista.
Una persona convencional tiene un 20 por ciento en cada uno de sus ojos, por lo que en su caso, su visión es muy poca.
Después del diagnóstico Bryan vivió una etapa de su vida que se convirtió en una memoria que jamás podrá olvidar.
“Fue un proceso difícil para mi familia, a pesar de que yo estaba chiquito a mí no se me olvidan los escenarios de los hospitales, de estar en la sala de espera, de ver a mi mamá llorando, de ver a mi papá llorando, a mis hermanos abrazarme y llorar, son escenarios que no se te olvidan”.
A estos episodios precisamente adjudica su carácter, transformó su desafortunada condición física en un motivo de aferrarse a sus objetivos, de lograr lo que quisiera y de luchar contra los diagnósticos para lograr trascender en cualquier área de su vida, tener una actitud amiga ante la enfermedad que padecía y hacerla su compañera, no su enemiga.
La fórmula trascendió, y su habilidad en la pista de tartán fue descubierta hasta la edad de 12 años cuando cursaba la secundaria y la anécdota la cuenta sonriente.
“A veces me da pena decirlo pero las cosas como son, la verdad me mandaron a correr diez vueltas a la cancha porque no había llevado el pants, era una escuela muy estricta y corrí”.
Arellano dio diez vueltas y más, la habilidad con la que corrió y la velocidad llamaron la atención de su maestro quien lo canalizó con su ahora entrenador, Marco Mendoza, quien tiene más de 14 años trabajando con atletas especiales y que define su llegada al equipo como especial.
“Es una de las etapas más hermosas que he vivido porque me llegó en una etapa difícil en cuestión de su problema visual, difícil en cuestión psicológica, con problemas en la escuela pero en él encontré una conexión especial, hemos vivido muchos triunfos muchas derrotas”.
En el atletismo adaptado existen tres categorías, Bryan participa en la T12 que es donde los deportistas deben ser vendados de los ojos para no darle ninguna ventaja a quienes tienen un mínimo de posibilidad de ver.
Las pruebas las realizan con un guía, quien de acuerdo a Marco, tiene un 51 por ciento de responsabilidad, al ser quien vele por el atleta y lo mantenga tranquilo.
“El guía es quien pone la estrategia, somos sus ojos, el guía se concentra en el atleta, nosotros no importamos, tenemos que conocer la capacidad y no exigirle más de lo que el atleta puede dar”.
Ser guía es una labor especial y se crea una magia entre ambos, un vínculo que se convierte en un mismo sentimiento.
Marco Mendoza fue por cinco años guía de Bryan y surgió entre ellos una complicidad personal única.
Ha ido más allá de su misión como entrenador y se ha convertido en un amigo para Bryan, una forma de vivir de cerca las condiciones de los atletas especiales para encontrar la fórmula que pueda potencializar sus habilidades.
La cercanía con ellos ha sido su mejor aliada; pero confiesa, con Bryan ha tenido una conexión especial.
“Bryan tiene el prototipo de un atleta de alto rendimiento, además siempre con la disponibilidad de dar el máximo, de hacer el esfuerzo para conseguir lo que se propone, es noble y asimila muy bien todo lo que le enseñas, él no se ha limitado a su discapacidad, al contrario”.
A un año de haber iniciado en el mundo de las competencias, de la preparación ardua de un atleta de alto rendimiento, trabajo con guías y un régimen estricto de entrenamiento cuando se enfrenta a la pérdida más dolorosa de su padre.
“Fue duro, dolió mucho pero yo lejos de caer en depresión dije a partir de ahora todas las medallas las voy a dedicar principalmente a mi papá y ahora siempre antes de iniciar volteo hacia el cielo y lanzo un beso y sé que él siempre está conmigo y todo lo que yo logre es para él y para mi familia”.
La ausencia de su padre y los tropiezos de no conseguir los resultados esperados lo hicieron caer y por un momento pensó en desistir.
“La verdad si hubo un momento en el que pensé dejar de correr, me desanimaba, iba a las carreras de primera fuerza y ahí lograba medallas, iba a las paralimpiadas y no se me daba el resultado, así que no quise seguir”.
Su entrenador, Marco Mendoza y su familia hicieron en esos momentos lo que justo el necesitaba, tuvo las palabras exactas que lo hicieron recapacitar y continuar.
Los obstáculos no terminaron ahí, una caída más llegó a su vida deportiva.
“Combinar deporte con la escuela es una parte que la verdad se me ha hecho muy difícil, nunca se me han dado las dos juntas, o ganaba medallas o sacaba diez, es una de las partes más difíciles”.
Además de los conflictos que conlleva su ceguera, ha tenido que lidiar contra una sociedad que cada día pierde más la sensibilidad frente a las personas que tienen una discapacidad.
“Parece que las personas no les importa nada más que ellos mismos, he tenido malas experiencias porque no respetan nuestra condición, ojalá nos respetaran más solo por el hecho de ser personas”.
Poco a poco Bryan se ha consolidado como deportista de alto rendimiento, a la par de su preparación como atleta terminó la carrera de Derecho y forma parte de la Asociación de Ciegos y Débiles Visuales de Tamaulipas, también es orador y fue locutor de radio.
Desde que nació peleó por la vida y esa ha sido su constante; luchar y no desistir.
“Nunca se rindan bajo ninguna circunstancia, luchen contra cualquier adversidad, que la discapacidad es algo a lo que nadie está exento, la discapacidad no es una limitación es una virtud”.
Bryan fue llamado a la Selección Mexicana en el 2004 y ha participado en diversas Paralimpiadas Nacionales; en Tamaulipas 2008, Hermosillo 2009, Querétaro 2010,
Morelia 2010, CDMX 2011, Guanajuato 2012 y Aguascalientes 2013.
También en los eventos de primera fuerza desarrollados en Acapulco 2009, Baja California 2010, Nayarit 2011, Mérida 2012,
Además participó en el Centroamericano en 2014 que se realizó en la Ciudad de México.
Acumula cinco Campeonatos Nacionales, cinco medallas de plata y siete de bronce.
En la vida se tienen dos opciones para salir a delante pese a las dificultades, utilizarlas a tu favor o dejarlas pasar sin aprovecharlas.
Bryan eligió la primera y su discapacidad ha sido solamente un motivo más para no quedarse cruzado de brazos frente a la vida, ha decidido no dejarla pasar mientras se lamenta de su condición, ha elegido hacerla parte de él y demostrar que aunque existan obstáculos en la vida siempre se tiene opción de superarlos.
“La discapacidad no nos limita, no lo hagas tú” Bryan Arellano.