Las comodidades del Centro Alto Rendimiento de la Federación Mexicana de Futbol fueron cambiadas por el aislamiento que vive la Selección Mexicana en Cuernavaca, que se ha convertido en un auténtico búnker para resguardar al combinado azteca.

La petición de los jugadores de entrenar en un lugar donde la altura no afecte tanto a su adaptación fue atendida y el Tri decidió hacer maletas y viajar un aproximado de 70 kilómetros de distancia del CAR para concentrarse en la zona residencial de Sumiya, donde hay dos filtros de seguridad hasta llegar al hotel de concentración.
Allí, en un rincón lejos del bullicio de la ciudad, del smog de la Ciudad de México, con la tranquilidad de no ser molestados más que por los rayos del sol y el cantar de los pájaros, los seleccionados nacionales están concentrados para encarar sus partidos de eliminatorias mundialistas frente a Costa Rica y Trinidad y Tobago.

Al hotel únicamente pueden acceder los huéspedes. No se permite siquiera el acercamiento a nadie más. Para el ingreso se tiene que presentar el número de habitación, el nombre correcto y hasta presentar algunas identificaciones o de lo contrario, no se permitirá acceso alguno a quien lo intente. Es un bunker resguardado por personal de seguridad del propio hotel y hasta vigilado por la presidencia municipal de la ciudad. Es una petición rigurosa de la dirección de selecciones nacionales.

Los jugadores arribaron desde el domingo y el lunes se incluyeron cuatro más de Europa que todavía tuvieron participación en sus Ligas ya casi terminado el fin de semana. En cuanto el grupo se juntó por completo, ahora sí comenzaron los preparativos para continuar en el camino rumbo a Rusia 2018.
El desayuno se sirvió a las 7:30 horas de este martes en el restaurante principal del hotel, pero reservado únicamente para el combinado nacional. Para el público en general se abrió una sección especial para cuidar la privacidad de los seleccionados que, además, cuentan con su menú propio, revisado por la nutrióloga del equipo.

A las 8:30 de la mañana el autobús salió rumbo al Estadio Centenario, donde comenzaría la primera práctica del día, abierta a los medios de comunicación, pero no así a los aficionados que trataban de asomarse por cualquier rendija que encontraran para ver a los futbolistas y sus movimientos. Apenas fueron unas decenas de seguidores, quienes lo más que llegaron a ver, fue cuando entró y salió el vehículo del Tri. Se conformaron con algunos saludos a la distancia de los jugadores y nada más. No hubo autógrafos, firmas, abrazos o algún acercamiento.

Tras su primera práctica, el Tri volvió al hotel y a su tranquilidad deseada. Tiempo para descansar, recargar energías, alimentarse y prepararse para la segunda edición del martes, ya más especializada y con todos integrados, hasta los que arribaron el lunes, todavía con esa lucha contra el cambio de horario, de clima, de altura y hasta de compañeros. La Selección Mexicana disfruta de su aislamiento en Cuernavaca mientras prepara su presentación en el Estadio Azteca en el Hexagonal rumbo a Rusia.