El Estadio Azteca sigue siendo una ‘casa embrujada’ para el América y sus fantasmas no se cansan de merodear los fracasos de los torneos anteriores, pues, con la derrota (0-1) ante Tigres, las Águilas suman seis meses sin ganar en su territorio y le volvieron a quedar mal a su gente.

Los primeros minutos presagiaron una primera parte aguerrida, con lucha incesante en el mediocampo y aunque los felinos no plantearon un juego defensivo, como más de una ‘cabeza’ en el Estadio Azteca pudo haberse imaginado, mostraron fiel a su costumbre solidez en todas sus líneas.

Los locales intentaron más ir al ataque, pero tropezaban con su impresición en el último toque y Christian Benítez pecaba de individualismo. La más clara la tuvo Matías Vuoso, pero luego de quedar solo frente al arco, sacó un disparo con la parte interna fácilmente contenido por el arquero por su baja potencia.

El cuadro de Ricardo Ferreti seguía bien parado en el campo. El encuentro decayó en emociones y los cánticos de la porra multitudinaria de Tigres opacaban a las americanistas y ponían el ambiente en un contexto que intempestivamente se tornó somnoliento dentro del terreno de juego..

Pero el primer zarpazo del visitante llegó gracias a su intención de no replegarse y estar firmes en la batalla. Oswaldo Vizcarrondo, quien relevó al Topo por una lesión, se equivocó en la salida y pagó caro el regalo, ya que Héctor Mancilla, con mala fortuna para el arquero azulcrema, desvió un tiro de Elías Hernández para adelantar a los suyos en el marcador y continuar con su historial depredador contra los de Coapa, con ya 11 anotaciones.

Los visitantes se fueron al descanso con la ventaja. Para el segundo tiempo, el Piojo metió a Chema Cárdenas buscando más profundidad, pero Benítez continuaba siendo egoísta y aunado a que no salió en su tarde, echaba a perder los anhelos de empatar de su escuadra siempre con una jugada de más o mala decisión.

A pesar de que las Águilas trataron de ‘volcarse’ al frente, los pupilos del Tuca seguían destilando peligro y cerca estuvieron de ampliar la ventaja si no fuera por una gran intervención de Moisés Muñoz, quien, en mano a mano, tapó la definición de Pulido.

Más con ímpetu que con idea, el conjunto local quiso ir en busca del empate, pero sólo Cárdenas tuvo una posibilidad real para hacerlo, aunque su tiro hizo contacto con la red por fuera.

Sin ‘el rosario en la mano’, el portero felino Enrique Palos terminó el partido, mismo que representó hasta ahora la peor versión en la era de Miguel Herrera, ya que su equipo no fue capaz de remontar la adversidad, perdió el invicto y se murió de la nada.