Y al final las suspicacias quedan atrás, lejos, en donde no hay daño para el deporte. Como dicen: La pelota no se mancha.

El día llegó y Pachuca se mide ante el León por el título del Clausura 2014. Duelo fraterno entre el equipo del padre: Jesús Martínez Patiño, los Tuzos, en contra del equipo del hijo, Jesús Martínez Murguía, La Fiera. Ambos quieren el título para acrecentar su grandeza.

León suma seis estrellas y si gana alcanzará a Pumas que ostenta siete, además de que igualaría a los de la UNAM como únicos bicampeones en torneos cortos.

Pachuca, por su parte tiene cinco, una más y alcanzará en logros al mismo equipo de Guanajuato.

Equipos del mismo dueño, pero con distintas filosofías. El León se ha recargado en la estabilidad de un grupo que lleva jugando junto alrededor de cinco años, mientras que Pachuca ha apostado por la renovación, pensando a futuro, aunque los chamacos han dado resultado antes de lo pensado.

Los Esmeraldas tienen un promedio de edad de 28 años, dos meses. Siendo Rafa Márquez el más veterano con 35 años y Carlos Peña el elemento más joven, con apenas 24 años.

Los Tuzos suman una media de apenas 24.2. Óscar Pérez, con 41 años es quien más sube el promedio, pero Hirving Lozano lo baja con apenas 18 primaveras.

Destaca que en el juego de ida hubo cinco jugadores hidalguenses en la cancha menores de 25 años. “Sí, y parecía que no era la primera final que jugaban en su carrera”, manifiesta Andrés Fassi, vicepresidente de los Tuzos. “Demostraron gran entereza a pesar de su edad. Es una camada muy buena”.

En el otro sector, en el de León, se asegura que la edad de los Tuzos no es motivo para confiarse. “Ya demostraron en la ida que a pesar de ser jóvenes meten la pierna y no se amedrentan con nada. Sería un grave error menospreciarlos por ese simple tema”, manifiesta José María Cárdenas, volante leonés.

Y a las 20 horas el silbante Francisco Chacón hará sonar su silbato para que la Guerra particular de los Martínez se defina; 3-2 a favor del padre que quiera la sexta. 3-2 en contra del hijo que anhela la séptima.

Duelo fraterno, pero que sacará chispas al final.