El Celta, con Néstor Araujo como titular en la zaga, sobrevivió durante el primer tiempo al dominio del Villarreal. Después de quince minutos de tanteo, el equipo de Javier Calleja se apoderó de la pelota. Controló el centro del campo, marcó el ritmo del partido y poco a poco fue encerrando al equipo celeste.
El primer aviso serio del Villarreal fue un tiro de Cazorla que detuvo Rubén. Solo un minuto después, el portero tuvo que estirarse para despejar un peligroso disparo de Iborra, que inició la jugada en su campo y, tras asociarse con Moi Gómez y Mario, remató a escasos siete metros del meta gallego.
El Submarino Amarillo empujó al Celta hacia su área. Ganó superioridades desde los costados, sus laterales subieron sin fatiga, los desmarques de los puntas inquietaron la defensa celeste. Solo aflojó el equipo amarillo en los diez minutos finales del primer tiempo, algo que alivió al conjunto gallego, que cerró su gris primera mitad con un lanzamiento duro de Rafinha desde fuera del área.
Para la parte complementaria, la tónica del juego no cambió. Los minutos finales avivaron al Villarreal, condenaron al Celta.
En un contragolpe letal en la agonía del juego, Sisto perdió el balón en el centro del campo y segundos después el ataque amarillo culminó su contragolpe en el área del Celta con hasta tres tiros, de Bacca, Chukwueze y el definitvo de Trigueros, que acabó marcando el único gol en Balaídos, el tanto de la victoria, que acerca al Villarreal a Europa