Una final de dos caras y un momento. Ese instante donde el estadio Nemesio Diez paralizó por completo la respiración y se escuchó el golpe directo de José Manuel Cruzalta con César Villaluz. Era la vuelta del Apertura 2008 y la renta de los Diablos Rojos de dos goles, se desvanecía en un caluroso encuentro.

Iba de por medio también, la maldición de Cruz Azul por un título cuando el defensa del Toluca, electrizante, con apenas 17 minutos en el campo, detuvo a Villaluz a toda costa. Una falta evidente, que Roberto García Orozco negó con decisión. Al final, el Toluca fue campeón con apuros, ambicionado desde el punto de los penales donde corrió con mucha suerte.

Nunca hablaron del tema Villaluz y Cruzalta a pesar de que hasta la fecha, sigue siendo motivo de anécdota. ¿Qué se dirían después de ocho años?

Ambos, platican de la jugada que los marcó:

Cruzalta.- Voy a ser sincero. Lo busqué para saber cómo estaba y no me contestó. Fueron varias veces las que le llamé, incluso por radio de nextel. José Manuel Chepo de la Torre me consiguió el número a los dos días de la final y me comentó que sería bueno hablar con él.

Villaluz.- Aunque me dijera cualquier cosa, no cambiará la historia de esa final, no me queda más que saber que me tocó recibir un fuerte golpe.

Cruzalta.- No fue una jugada de mala leche como han dicho. Si analizan bien, corro hacía él con fuerza y me protejo, cosa que Villaluz no hace y el choque es inevitable. El árbitro decidió no marcar nada, ¿ahí qué puedo hacer?

Villaluz.-Si fue con mala intención o no ya no importa. Uno como futbolista sabe los riegos de este deporte, al final, después de tantos años, lo tomo como un gaje del oficio.

Cruzalta.- Era una final y la iba a jugar con toda mi fuerza. Ingresé de cambio al minuto 55 por el lado derecho que era mi posición natural pero Chepo de la Torre se me acercó para decirme que Villaluz hacía mucho daño del otro lado, que me cambiara de banda. No desconocía la marcación por el lado izquierdo. No me dio otro tipo de indicaciones. Lo único que sabía era que el más peligroso de Cruz Azul era Villaluz y teníamos que frenarlo.

Villaluz.- En ese partido me sentía bastante bien, quizá en el mejor momento de mi carrera. Recuerdo que teníamos llegadas pero no concretábamos y en el segundo tiempo desequilibré mucho por la banda derecha. Las jugadas que me tocaba hacer terminaban en peligro, jamás pensé que iba a salir de la cancha en ambulancia.

Cruzalta.- La verdad es que no fue una jugada de mala fe, tengo la conciencia tranquila porque no hice nada malo, aunque mucha gente me juzgue y crea lo contrario.

Villaluz.- A partir del golpe no supe nada hasta que iba entrando al hospital. Me hicieron algunas pruebas y me pasaron a piso donde antes de empezar los penales, el doctor me dijo que si ganábamos, me quitaba el suero y los medicamentos y me permitía ir al estadio a festejar pero ya ves…

Cruzalta.- Era una final y todos la queríamos ganar. Creo que ahí influyó que era Cesar Villaluz, que había sido campeón del mundo, que era el jugador promesa y todo lo que envuelve a Cruz Azul siempre que jugaba una final. Y yo, nunca fui mediático.
Villaluz.- Más que el golpe con Cruzalta, lo que me afectó en mi carrera fue la fractura de tobillo derecho por una entrada de Jesús Molina. También he reflexionado en lo que he hecho mal. Es cierto que también se me han cerrado los caminos, por ejemplo Tigres me quería comprar y San Luis no avisó de que estaba lastimado. A raíz de eso cambió todo. Hoy estoy en Celaya.

Cruzalta.- Sé que esto me marcó. Lo saludaría sin problemas, alguna vez nos vimos en Metepec pero no hablamos. Después de esa final volvimos a enfrentarnos, no pasó nada.

Villaluz.-¿Rencor? no, así es el futbol, me tocó llevar la peor parte, no puedo lamentarme ni buscar culpables.

Cruzalta culminó su carrera con cuatro campeonatos de liga. Tiene negocios y un par de hijos, vive feliz en Toluca siendo ahora entrenador de fuerzas inferiores. Villaluz sigue tratando de salir de la sombra. Desde ese choque su carrera entró en espiral y ahora en Celaya, trata de recuperar lo que el futbol le arrebató.