Alberto García Aspe siempre fue un puño apretado, un ceño fruncido, una pierna izquierda con estela de fuego. También fue un compás de espera. Una revancha, un deseo que le quemaba el pecho.

En los Octavos de Final de Estados Unidos 94 falló un tiro en la serie de penales contra Bulgaria. Se mesó los cabellos, apretó la quijada. Lloró. El Capi se había quebrado por dentro. Si sonreía poco, en ese entonces lo hacía menos.

Pero no es caerse sino saber qué tan rápido vas a levantarte. Y lo hizo. Durante cuatro años, se programó emocional y técnicamente con una promesa elevada al cielo. “No volver a fallar”. En el Mundial de Francia 1998, lo cumplió contra Bélgica, en lo que fue un penalti anotado, antes de cobrarlo…

En estos tiempos, con la mitad de tu personalidad nos alcanzaría para todo: ¿Cuántos Aspes hay en esta selección en términos de liderazgo?

¡Híjole, no veo muchos! No quiero sonar pedante, pero no veo muchos. El que manejaba todo era Rafa Márquez, pero no sé si vaya a estar para lo que venga; otro que veo es a Guardado, a Moreno, hay jugadores de muchísima calidad, pero de repente no veo al que pudiera ser el líder. Sé que está el Chicharo, pero no los veo como para que manejen el grupo o que cambien la ruta en un mismo partido.

Hablando de personalidad, en el Mundial de Francia 98 le anotaste un gol de penalti a Bélgica, pero eso suponía un reto tremendo, porque tu habías fallado tu último cobro desde los once pasos cuatro años antes contra Bulgaria…

Fue algo para lo que me preparé. En el 94 perdimos ese partido. Fueron cuatro años de preparación, luego decir: ‘después de ese momento no volveré a fallar un penalti’. Cuando se da contra Bélgica, de hecho Luis Hernández me pidió tirar el penalti, porque quería seguir haciendo goles, pero le dije: ‘para nada’, es mi revancha, yo lo voy a tirar.

Muchos otros se hubieran escondido, se habrían quitado la responsabilidad y le hubieran dado la pelota al Matador…

Para mí era algo muy especial, muy importante, me preparé cuatro años. Me quedaba tres veces por semana, más de una hora, a un lado, al otro, para no volver a fallar un penalti. Gracias a Dios se pudo dar en un Mundial, que era lo que yo quería, fue como quitarte algo de encima, de lo que había pasado en el 94.

¿Te volviste infalible? ¿Recuerdas haber fallado un penalti del 94 al 98?

Creo que ya no fallé. Tuve una marca de no sé cuántos penaltis de no fallar, que se cortó casi cuando me iba a retirar, por una regla estúpida de que se repetían si alguien se metía al área. Ya lo había metido, me lo hacen repetir, se lo cambio y pegó en el poste. Fue una racha como de 40 penas máximas sin fallar.

¿Platicaste después con Luis Hernández sobre ese momento en el que lo apartas de los once pasos?

No, para nada. Había una gran unión. Él sabía que yo era el cobrador oficial, lo respetaba. Obviamente, él había hecho dos goles contra Corea y quería seguir haciendo más. Después le comenté por qué no lo dejé. Le dije: ‘era éste y era mío’.

¿Supiste en qué erraste en el 94 que corregiste contra Bélgica, cuatro años después?

Yo sabía perfectamente por qué, por una distracción, por una tontería, porque ya había cobrado uno y lo había metido durante el partido. Dudé una fracción de segundos antes de pegarle a la pelota. El dudar si se la tiraba al mismo lado o se la cambiaba al otro, hizo que echara el cuerpo un poco más para atrás y se va afuera. Esa fue mi frustración y mi coraje. Si lo hubiera metido, la historia hubiera cambiado.

No eras mucho de esperar el movimiento del arquero; escogías un poste y rompías la red. En el penalti contra Bélgica, ¿qué te pasó por la cabeza?

El de Francia fue maravilloso, porque desde que agarro el balón, llega Luis Hernández y me lo quiere quitar y ¡lo corro! Literalmente le dije que no. Normalmente cuando tenía un compañero que estaba peleando el goleo, le dejaba patear, pero esta era mi revancha. Desde que tomé el balón, la tenía clara.

¿Qué ha hecho Bélgica tan bien en 19 años para estar en el Top 5 que México no haya hecho? ¿Crees que esta generación mexicana se le acerca a aquellas del 94 y 98?

A veces hasta la del 93 de Copa América. La camada es de muy buenos jugadores, pero de ahí a que sea la mejor, tiene que demostrarlo con resultados. Que no avancen solo al quinto partido sino mucho más.