Se jugaba el minuto 86 en el Estadio Nacional de Lima; México vencía 2-0 a Brasil en la Final con goles de Carlos Vela y Omar Esparza; la banca azteca era una locura celebrando el inminente título, pero faltaba la cereza del pastel.

Ever Guzmán tenía ocho minutos en la cancha cuando en un madruguete tricolor se encontró solo en el área para inscribirse en la historia.

Encaró al portero con una amague hacia la derecha y de inmediato recortó al centro; Felipe le alcanzó a desviar el balón, Ever cayó pero se levantó de inmediato y volvió a ganar el esférico ante el acoso del arquero y un defensa, para de zurda y cayéndose de nuevo, anotar.

“Era algo que uno buscaba, saber que sólo tenía 10 o 15 minutos en el terreno de juego y lo tenía que aprovechar al máximo, porque había mucha gente viéndome y era una gran vitrina. Las expectativas eran cada vez más grandes, más que suerte fue aprovechar la oportunidad y completar las opciones de gol”, comentó Guzmán en entrevista.

“Sin duda el gol contra Brasil es el que más me marcó, es el que más recuerda la gente. Fue un momento que venía buscando, sí lo había soñado, mi familia estaba ahí. Fue mágico cuando Vela agarra el balón y hacemos contacto visual, me dio la oportunidad que quería”, describió el originario de Guanajuato.

El ariete tuvo la oportunidad de marcar cuatro goles durante la justa mundialista, siendo el segundo mejor mexicano por debajo de Carlos Vela.

“Fue lo mejor del mundo, cosas bien padres y que cambió la vida de todos ante los ojos de México y del futbol; creo que es algo que siempre va a quedar marcado”.

Guzmán era el único de aquella generación que llegó al Mundial con minutos en Primera División, pues ya había debutado con Morelia.

“De alguna manera ayuda el hecho de estar entrenando con jugadores de Primera División, pero en un equipo, todos ponemos nuestro granito de arena y hacemos que funcione como grupo. En esa selección todos nos esforzamos y por eso logramos el objetivo”, compartió Guzmán.