Monstruo de 100 mil cabezas habituado a humedecer sus fauces con el delirante sabor que caracteriza al elixir de la gloria.

Gigante ideado para veladas como la de hoy, de la que sólo los elegidos saldrán con vida. Amarillos y celestes sabrán que la inmortalidad les pertenece si sus ojos son iluminados por los rayos del amanecer.

Ningún estadio del futbol mexicano ha atestiguado más finales de Liga que el Azteca, sobre cuyo histórico césped una quinteta de clubes ha experimentado el orgullo que provoca escalar por ese sendero mágico, con acceso directo a la bóveda celestial.

El que esta noche protagonizarán el América y el Cruz Azul será el cotejo número 31, de instancia final, jugado en Santa Úrsula, 18 en el que se entregará el trofeo.

Además de Águilas y Cementeros, los Pumas, el Necaxa y los Tigres han dado la anhelada vuelta olímpica en el más sagrado de los templos futbolísticos mexicanos.

Ninguno como el América. En su actual hogar, los azulcrema han celebrado ocho de los nueve títulos que suman en la era de las Liguillas. El único que obtuvieron en otro inmueble fue el de la temporada 1984-85, cuando vencieron a los auriazules (3-1) en un tercer juego, celebrado en La Corregidora de Querétaro.

Primera final de finales efectuada en el Azteca durante la presente década. La más reciente que recibió fue el 29 de mayo de 2005, cuando las Águilas superaron a los Estudiantes-Tecos (6-3, 7-4 global).

Los hoy dirigidos por Miguel Herrera tienen la posibilidad de ceñirse la corona por undécima vez, lo que les permitiría igualar al Guadalajara como las instituciones más triunfadoras en la época profesional del balompié mexicano.

El Cruz Azul busca fulminar una sequía que ha superado los tres lustros… Y el escenario podía ser más motivante para su numeroso pueblo.

Los primeros cinco de sus seis festejos, desde que se instauraron las fases finales, se dieron en el Coloso de Santa Úrsula, incluida aquella de la campaña 1971-72, cuando se impuso a su adversario de hoy (4-1) en eliminatoria jugada a un partido. Hasta ahora, es la única vez que los amarillos no se coronaron si el encuentro definitivo se efectúa en las fauces del monstruo de 100 mil cabezas.

“El Azteca es el escenario de los grandes eventos”, recuerda Alberto Quintano, director deportivo de La Máquina. “Será un gusto cerrar ahí esta final con el América”.

Tercera vez que los contendientes del Clásico Joven dirimirán al monarca sobre su lienzo verde. Además del inolvidable triunfo celeste de hace 41 años, se encontraron en la última instancia de la Fiesta Grande edición 1988-1989. Los azulcremas ganaron 5-4 en el marcador agregado.

Inmueble que no sólo ha fungido como casa de Águilas, Cementeros y Rayos en series por el título. El Atlético Español también fue su inquilino durante los 70 y el comienzo de los 80, por lo que recibió los dos partidos de la final 1973-74, en la que el Cruz Azul se impuso a los Toros (4-2 global).

Con el objetivo de tener el apoyo de más aficionados, el Atlante lo utilizó en la eliminatoria por el campeonato de la temporada 1992-93, frente al Monterrey. La ida, con los Potros de Hierro como locales, finalizó con victoria para éstos (1-0).

Incluso ha sido guarida de los Pumas, eternos adversarios ideológicos del América, debido a una huelga en CU. Los felinos vencieron a la Universidad de Guadalajara (1-0), en Santa Úrsula, en la final 1976-77.

Los Tigres son el único equipo con sede fuera de la ciudad de México que se ha coronado en el Azteca. Lo hicieron la tarde del 6 de junio de 1982, tras superar al Atlante en serie de penaltis (3-1).

Doradas historias escritas en el más sagrado de los templos futbolísticos mexicanos, sinónimo de gloria para americanistas y cruzazulinos, cuyos seguidores más veteranos están completamente familiarizados con la peculiar adrenalina que genera celebrar en las fauces de ese monstruo cuya leyenda intimida más allá de las fronteras.