La Temporada 1994-95 fue para el América una de las mejores en su historia: el equipo que dirigía Leo Beenhakker ganaba, gustaba, goleaba e incluso enamoraba a los aficionados que no eran americanistas por su vistoso y efectivo estilo de juego, gracias en parte a los africanos François Omam Biyik y Kalusha Bwalya, que hicieron que al equipo se le diera el more de Águilas Africanas.

Sin embargo, este equipo, conformado por los ya mencionados Biyik y Kalusha, Zague, un joven Cuauhtémoc Blanco y Luis García, entre otros, no pudo consumar el campeonato, pues las decisiones de la directiva terminaron por afectar al equipo y en Semifinales fueron eliminados por Cruz Azul. Juan Hernández, jugador de ese equipo y uno de los íconos del americanismo, destacó este equipo como el campeón sin corona, pues el estilo ofensivo que implementaron los hizo culminar la campaña regular como sublíderes, solo por detrás de las Chivas, “Él (Beenhakker) implementó su escuela holandesa y nos convenció a todos. Cada entrenamiento lo disfrutábamos al máximo, sabíamos a qué jugábamos. Pero después lo corren y desafortunadamente fuimos los campeones sin corona”.

“Éramos una familia y un equipo comprometido que sabíamos a qué jugábamos desde los entrenamientos y por eso antes de cada partido ya no había una charla táctica”.

-Kalusha y Biyik, fundamentales

El plantel del América contaba con dos jugadores que fueron clave en el sistema de Beenhakker, Kalusha Bwalya y Francois Omam-Biyik, quienes lideraban un cuadro que además tenía a Zague, Luis García, Cuauhtémoc Blanco, Juan Hernández, Joaquín del Olmo, entre otros. “Ellos fueron fundamentales, Kalusha marcaba mucho la diferencia en el medio campo, tenía pases exactos y precisos y de ahí que teníamos un buen contragolpe y Biyik era un matón en el área, así que si no hubieran estado, creo que no hubiéramos sido tan contundente”.

La filosofía del estratega holandés la entendieron a la perfección los jugadores, pero el equipo encontró admiración de la afición por el espectáculo que daban en cada encuentro. “Jugábamos bien con Leo y si nos metían tres goles nosotros hacíamos cinco goles, dábamos espectáculo y jugábamos como la gente quería, con la mística del club América”.