Un tren bala. Cruz Azul pisó el Universitario con todas las calderas encendidas, de a poco se apagaron, pero mientras funcionaron arrollaron al subcampeón del mundo.

Tigres regresó a casa, sin embargo, sus garras se quedaron en Qatar. El equipo felino mostró jet lag o algo parecido. Ricardo Ferretti mandó al campo a los mismos futbolistas que jugaron contra el Bayern Múnich la final del Mundial de Clubes, a excepción de Diego Reyes, pero el comportamiento fue titubeante, sobre todo de Carlos Salcedo, el Titán destacó en Doha, pero en el Universitario ofreció un juego no acorde a su nivel.

La Máquina aprovechó todo y ya le pisa los talones a Toluca y América en lo alto de la tabla general.

Todo le salió a los celestes. Orbelín Pineda se puso a filtrar balones como billarista, en el primero Jonathan Rodríguez quedó solo frente a Nahuel Guzmán, el Cabecita tiró, pero el Patón tapó el esférico con la pierna. Luis Romo en un segundo intento envió un globo que Nahuel pudo capturar.

Tigres no entendió. Los felinos arriesgaron el balón en la salida, primero Guzmán, luego Luis Rodríguez, Orbelín aceleró, les quitó el esférico y en una triangulación perfecta con Luis Romo, de la que desquebrajan cualquier defensa, superaron al Patón. Carlos Salcedo estuvo como adormecido, el Titán reaccionó después del cabezazo de Luis. El Tuca puso cara de pocos amigos en la banca.
Cruz Azul mantuvo la intensidad, pero poco tiempo. La Máquina comenzó a bajar la potencia.

André-Pierre Gignac como en Doha fue el que intentó cosas distintas, el francés logró girar en el área a pesar de tener la marca de Julio Domínguez, disparó, pero Jesús Corona detuvo su intento.

Los felinos siguieron entumidos. Orbelín fue el que más disfrutó las facilidades. El Maguito estuvo quitándose marcas por todo el campo. Luis Romo fue su mejor socio. Los mexicanos son los motores de la Máquina

Las distracciones felinas no se detuvieron. Jesús Dueñas pisó a Romo por detrás, Erick Yair Miranda lo amonestó, pero la repetición en la televisión evidenció que el color de la tarjeta pudo ser más intenso. El VAR consideró que el tono amarillo era suficiente.

El descenso de la temperatura fue a la par del juego. Lunes y martes nevó en Nuevo León. El clima fue otro inconveniente que tuvieron los universitarios.
La pausa le cayó bien a Tigres.

Los felinos que regresaron fueron otros. Las garras por fin salieron. Tuca Ferretti engrosó su ataque con Nicolás López. Dueñas dejó el campo. Ricardo supo que su lateral libró la expulsión y no lo iba a arriesgar.

Los universitarios recobraron la memoria. Carlos González y André-Pierre Gignac estuvieron encima de Corona. El paraguayo se quedó cerca de empatar el juego con un tiro raso, Chuy reaccionó con la mano y mandó el balón a tiro de esquina.

Cruz Azul sufrió. La locomotora dejó de echar humo.

Juan Reynoso reaccionó en la banca. El peruano ayudó a los que estaban en el campo con el ingreso de Pablo Aguilar y Walter Montoya. El estratega celeste fortaleció atrás y adelante. El triunfo en el Volcán no lo quiso dejar escapar.
Los huecos en el campo aparecieron. Fue lógico. Tigres apretó en busca del empate y la Máquina sacó todo.

Reynoso no tardó en volver a tocar su tablero. Pol Fernández e Ignacio Rivero entraron a correr.

El reloj se convirtió en otro enemigo felino. Tuca Ferretti confío en Raymundo Fulgencio para tratar de tirar el muro de cemento.

Tigres atacó cómo pudo. Las bandas fueron recurridas constantemente. En el área Gignac, Carlos González y Nicolás López esperaron cualquier balón para rematarlo. El francés y el paraguayo fueron más insistentes. El Diente estuvo alejado del balón. El uruguayo se perdió el Mundial de Clubes por dar positivo a coronavirus y en el Universitario se mostró su falta de ritmo.

La Máquina agotó sus cambios. Reynoso metió a Bryan Angulo. El delantero ecuatoriano no entraba en planes celestes, pero sin poder adquirir refuerzos, se mantuvo en la Noria.

Cruz Azul no inquietó a Nahuel Guzmán. Los celestes se dedicaron a defender. Justo lo que hicieron los universitarios frente al Bayern Múnich. Las únicas aproximaciones cementeras fueron a través de tiros libres, pero en todas el Patón apagó todo.

Los cambios de Juan sirvieron. Rivero fue pegajoso con todos. Octavio entorpeció cualquier ataca felino. Fue cuestión de aguantar y sellar el triunfo.

Los nervios, los fantasmas de las tragedias celestes en los últimos minutos rondaron el ambiente, pero sucedió lo contrario.

Pol Fernández fue otro beneficiado de la mala noche de Carlos Salcedo, el argentino se quitó fácil al Titán, levantó la vista y con la colocación y fuerza necesaria, le alejó el balón a Nahuel Guzmán para sellar el triunfo celeste.