Cruz Azul se jugaba el honor en el Mundial de Clubes ante el Auckland City, un equipo inferior en calidad pero superior en hambre de triunfo, y de forma dramática, tras empatar a una anotación en el tiempo regular, perdió en penaltis 4-2 para terminar en el cuarto lugar. Un completo fracaso.

La Máquina tenía que cumplir el pronóstico. Sus posibilidades reales nunca fueron ganar el Mundial, porque se encontró en el sorteo con el Real Madrid en Semifinales, pero su obligación sí era ganar el tercer lugar, algo que no cumplió. Se va de Marruecos con el rostro caído, derrotado por un equipo de Oceanía, una confederación donde apenas juegan futbol.

Llegó al juego ante el Auckland después de una goleada contra el Real Madrid. Moralmente tocados pero con ganas de ganar el puesto de la honra. Cruz Azul se vio desconectado del campo en el primer tipo. Como si fuera un partido de pretemporada. Poca ambición. Parecía que sus futbolistas tenían la mente en otro lado.

Luis Fernando Tena alineó, de manera sorpresiva, a Ismael Valadez, y su decisión fue determinante al final. El estratega un día antes había dicho que si veía distraídos a algunos jugadores que van a salir del club tras el torneo, no los pondría a jugar. Y lo cumplió: dejó en la banca a Mariano Pavone, su atacante titular en todo el torneo, y también a Hernán Bernardello y Pablo Barrera.

La mejor ocasión de Cruz Azul fue casi al finalizar el primer tiempo, en un pase filtrado que ganó Valadez, remató incómodo y el balón pasó apenas fuera de la portería. La Máquina perdonó y segundos después, lo pagó: pase filtrado de 30 metros, el esférico le cayó a De Bries, quien le ganó la carrera a Vela y definió ante Corona. El gol dejó helados a los jugadores celestes.

La Máquina fue más ambiciosa en el segundo tiempo. Se dio cuenta de que se jugaba un lugar en el torneo más importante que el club ha jugado en la historia. Entró el Chaco y Pavone para apoyar en el ataque. Auckland soñaba con el triunfo, pero Cruz Azul puso orden. Joao se encontró un balón en el área y lo metió para el empate. Desde entonces, La Máquina mejoró su futbol, encerró a su rival en su campo y tuvo opciones de gol hasta el final. Buscó el triunfo para evitar los penaltis, que son un volado, pero no lo logró.

En la definición desde los once pasos, por Cruz Azul fallaron Formica y Valadez. Auckland fue más certero y le propinó a La Máquina, una de las derrotas más humillantes de su historia.