El termómetro apunta 36 grados centígrados. La humedad es de 86% y los latidos de los fanáticos se incrementan mediante reproches y berrinches, tras pagar 2 mil pesos en taquilla en un partido muy lejano a la emoción que prometían los elevados precios, como si Madonna o Lady Gaga se presentaran en concierto compartido en el Luis “Pirata” Fuente.

Ni el golazo de Rubens Sambueza, a balón parado, justifica el “bombazo” que simboliza para la afición del futbol, acostumbrada a asistir en familia al deporte de las patadas.

De ahí que la asistencia no permita registrar el lleno en el inmueble jarocho. Algunos “oles” millonetas y muchas decepciones, ingredientes del desacierto de elevar las entradas al 400% para la visita del campeón.

Los fanáticos optan por perderse en bares y antros, con tal de apreciar, en bola, el choque entre Tiburones y Águilas. Más reclamos y enfados. Sólo la belleza femenina, que se derrite en el puerto con diminutas prendas, justifica extraviarse en el paradisiaco puerto.

Miguel Layún, originario de Córdoba, y Tiburón de nacimiento, se apunta una discreta actuación. El “Piojo” Miguel Herrera, reservado ante el recuerdo de su pasado como estratega veracruzano, evita sus exagerados festejos.

Es una tarde que cuesta caro a los que pagaron y perdieron, a los que ganaron y también perdieron.